Por Francisco Enrique García Ucha.
Cuando he dicho que lo primero que debemos de conocer y emplear en Psicología del Deporte son nuestras experiencias en relaciones interpersonales, lo hago tratando de recomendar que las relaciones entre los participantes: entrenadores, deportistas, directivos, árbitros, familiares, psicólogo y, además otros especialistas. Sus interrelaciones son tan determinantes como la propia unidad de entrenamiento. Los conflictos, las malas relaciones, el empleo no adecuado de las normas de conducta y la coacción y los recursos punitivos entre entrenadores y deportistas afectan toda la esfera subjetiva de los involucrados.
Estar preparado para tratar estos temas con la mayor profesionalidad nos lleva directamente a la búsqueda de la intensidad. Es lo que José de la Luz y Caballeros, señala Vitier entendía por intensidad: Luz a descubrir, «como un relámpago», dice él, no las operaciones mentales que tan bien estudiara y conocía, sino la «aparición», dice él, de lo que sin disculpas llamara para nosotros, «la razón caliente». Intensidad que ilumina. Que permite llegar a la verdad practica en la vida.
Poco se ha escrito sobre el tema de las relaciones no frecuentes pero ocurrentes entre el entrenador y el deportista de carácter negativo. Las consecuencias de que no exista el refuerzo positivo. O la visión exacta del potencial del deportista. Hoy se preparan para poner un ejemplo, más de 60000 niños comienzan en el fútbol en el Cono Sur, como puede ocurrir en cualquier parte del orbe, sin embargo no todos tienen la cantidad de horas necesarias con el balón porque el balón se entrega a quienes se piensa pueden tener mejores resultados. Un niño puede pasar horas de entrenamiento sin que entre en contacto con el balón.
Hay unos pocos artículos dedicados al mobbing en el deporte. Al estrés post traumático por tratos no adecuados entre entrenador y deportista o entre los propios deportistas. Fetz, señala en sus estudios sobre el abandono del deporte, que un 60% de los niños que abandonan el deporte se debe a dificultades en las relaciones con los entrenadores.
He escrito ampliamente sobre este tema en diversos medios y conferencias y todo se torna pálido cuando en una población significada por la salud mental aparecen los participantes con trastornos psicopatológicos de personalidad descritos en el DSM IV.
Que podemos decir cuando aparece por el campo deportivo un personaje con trastorno limite de la personalidad.
Los trastornos de personalidad están caracterizados por modelos de pensamiento y afectos rígidos, inflexibles, frecuentes e inadaptados que causan problemas serios a quiénes lo padecen y a aquellos que interactúan con la persona que los posee.
¿Cómo puede arreglársela un deportista, si el entrenador tiene un trastorno límite de personalidad?
¿Cuánto tiene que pasar un entrenador cuando el deportista tiene un trastorno limite de personalidad?
¿Cómo sobrellevar un Director Técnico con un trastorno limite de personalidad?
Estos trastornos de personalidad han puesto en crisis ética hasta la categoría de bienestar subjetivo, entendiéndola como un estado de satisfacción. Se sienten satisfechos cuando han destruido y apartado y vejado a un subordinado. A una persona cualquiera que tomaron en sus delirios como un enemigo.
Estos trastornos requieren de la colaboración del psicólogo en la orientación al entrenador y su papel mediador ante los posibles conflictos a los que pueden llegar.
Los conozco, he tenido que tratar con ellos. He visto los estragos que ocasionan en quienes están bajo su dirección. Como psicólogo debo tener una comprensión profesional del paciente. Debo, también mantener una distancia operativa necesaria para no involucrarme afectivamente.
Un famoso psiquiatra plantea que la tradición psicológica occidental justifica en muchos casos los problemas psicopatológicos como consecuencia de los trastornos sufridos en la niñez y a la vez reclama el sentido de la responsabilidad. La necesidad de adquirirlo sino se tiene ya.
La interiorización de los valores morales tiene un carácter salvador frente a los más terribles traumas de la infancia o la adolescencia o la vida adulta. ¿Quién no sabe lo que es humillar? ¿Quién no conoce lo que es el abuso de poder frente a un grupo de deportistas?
La necesidad de una selección adecuada del personal directivo en el deporte se hace necesaria para decantar a tiempo la irrupción de personas que deben asumir tareas en el entorno que sus posibilidades subjetivas, incluyendo su formación educativa y en valores puedan ejercer.
He escrito toda una cantidad de conferencias y artículos sobre este tema del rol psicológico del entrenador y hoy me detengo quizás a poner la atención con la intensidad que busca la luz sobre aspectos que no deben aun por lo poco frecuente dejar de tenerse en consideración.
El estudio de lo psicopatológico en el deporte debe continuar intensificándose. Aun más cuando cada vez se integrar una mayor población a la práctica del mismo, lo que hace factible por un fenómeno probabilístico de la aparición de personas con trastornos de un tipo u otro.
Pudiera colocar estudios de casos incluyendo hasta las soluciones pero el mensaje va encaminado a alertar sobre este tema sin abandonar los demás.
Esto tiene implicaciones precisas al trabajo del psicólogo del deporte. En primer lugar el encuadre de la tarea debe estar adaptado a una situación extraordinaria que es la presencia de trastornos psicopatológicos en entrenadores o deportistas o incluso a ambos a la vez. No puede ser el mismo encuadre del cual hemos hablado unos cuantos autores. Quizás hay que poner un acento mayor en varios aspectos como loe s el control ético de la información sobre los participantes.
Con lo dicho hasta aquí no estamos demeritando a ninguno de los participantes: entrenadores y deportistas. Son problemas que pertenecen al humano y como tal el principio humanista debe estar en el centro de nuestra intervención.
Saludos.
Dr. Francisco Enrique García Ucha