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La familia del deportista

Importancia de la familia en el desarrollo del deportista

Familia Deporte

Dr. C. Francisco Enrique García Ucha

¿Por qué es importante el tema de la familia del deportista?

1. Ante todo está el problema de cómo se afecta el rendimiento por la influencia de la familia. El rendimiento es una categoría de carácter multifactorial. El caso de la tenista que le prometen ganar 14 millones por una parte por salir vestida con la marca de la empresa y por otra que ocupará los primeros cuatro lugares en el ranking del tenis femenino y ella por las presiones de los padres y del entrenador se quiebra y abandona el deporte.

Claro me dirán que es una adolescente y realmente tenemos en algunos deportes adolescentes. Gente muy joven.

Hay que reconocer que la familia, también compite, forma parte del día a día del deportista, de verle alegrarse, llorar, frustrarse, de muchas veces tener poco tiempo para compartir juntos debido a los numerosos entrenamientos, y la familia siempre está ahí, porque las parejas, los hijos, las madres, los padres, tíos, amigos, el día de la competición también compiten. Lo cierto es que la familia juega un papel importantísimo en el desarrollo del deportista, desde la familia de los niños cuando se inician en un deporte hasta la familia de un deportista de élite, numerosas investigaciones a los largo de los últimos años han concluido que una familia estructurada, con un buen soporte económico y que apoye al deportista de forma positiva animándole a realizar deporte, son aspectos decisivos en el desarrollo de la pericia.

La importancia de un papel sano de la familia de los deportistas.

Principal fuente de apoyo emocional. Los familiares ayudan a disminuir la carga impuesta por las demandas del entrenamiento, especialmente a nivel psicológico. Muchas veces miembros de la familia, así como amistades, forman parte de la “vía de escape” del deportista. Los compañeros, los iguales, junto con padres y entrenadores, influyen en el estatus, la autovaloración y la autoestima del deportista.

Observan y aportan feedback: Los familiares son los principales seguidores de los deportistas, se levantan pronto para asistir a todas las competiciones, viajan kilómetros si hace falta para estar presentes, y luego son los primeros en dar un feedback más allá de los entrenadores, ese feedback es muy importante para el deportista ya que saben que se trata de un feedback sincero y que viene de alguien que solo quiere lo mejor de él.

Principal fuente de ayuda: Hemos dejado claro que la familia es un claro soporte emocional, pero también lo es económico entre otras tantas ayudas, desde adaptar un patio trasero para entrenos hasta dar muchas otras facilidades para que el deportista pueda seguir creciendo y progresando.

Hoy es lo contrario el deportista es el que realiza el aporte económico mas fuerte a la familia. «Los padres en ocasiones se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos».

Principales consejeros: Cuando hay lesiones, cuando hay cansancio, cuando parecen querer tirar la toalla, siempre el consejo de un ser querido es de principal, importancia para los deportistas. Estas personas allegadas se llaman agentes de socialización porque trasladan al deportista las actitudes y valores más relevantes de la familia y el entorno deportivo.

Ponen control y límites: Intentan muchas veces que el deportista no se obsesione con su vida deportiva, que no deje (en su justa medida) de lado otras cosas, y que siga manteniendo ilusión por la vida fuera del deporte. Muchas veces son los familiares los que limitan el tiempo de entrenar y de hablar incluso de la práctica deportiva. Sobre todo en deportistas más jóvenes.

Aceptan los triunfos y las frustraciones: Lo hemos dicho justo al empezar, la familia siempre está ahí, a pesar de todo, ayudando a gestionar desde los triunfos hasta las derrotas de una forma lo más saludable posible.

Muchos deportistas incluso tienen una persona de referencia que el simple hecho de verle en las gradas les tranquiliza y les proporciona tranquilidad, por lo general estas figuras importantes forman parte de la familia del deportista y les convierte a todos en una gran familia deportiva, al final compiten todos, al final pierden y ganan todos. Pero todos juntos consiguen mucho más que si un deportista estuviese solo.

2. Los deportistas que destacan prematuramente muy pronto se ven sometidos a una presión que les viene impuesta por los propios padres, que ven en sus hijos un deseo hecho realidad o la aspiración de su juventud que nunca llegó a cumplirse. Muchos padres encuentran en sus hijos la forma de revivir viejos éxitos de épocas pasadas. Todos hemos experimentado alguna vez la necesidad de convertirnos en consejero personal de nuestros hijos, de ese deportista en ciernes en el que hemos puesto tantas ilusiones. Transmitimos nuestra experiencia, exaltamos nuestros éxitos en guerras pasadas y acabamos involucrándonos en exceso. A veces somos los padres los culpables del exceso de competencia, aceptamos como bueno el éxito y el fracaso en términos sólo de rendimiento y del resultado.

Ante este panorama, conviene evitar y saber cómo actuar cuando no se cumplen las expectativas previstas si nuestro hijo hace deporte. En general, todo pasa por el nivel de formación de la familia y del entorno que rodea la propia actividad deportiva del joven. El entorno sociocultural que rodea al niño, los amigos, la formación del entrenador, las instalaciones deportivas, etc. son algunos de los agentes que hacen que el deporte sea una escuela de valores, o en caso contrario de antivalores.

 La búsqueda del éxito a cualquier precio, la reprobación cuando se obtienen malos resultados, el pedirles siempre ser los mejores, fomenta la pérdida de confianza, el miedo al fracaso y a favorecer complejos de inferioridad.

Es fundamental que los padres adopten una actitud positiva, esencial para el equilibrio el niño, que no se impliquen demasiado, que aporten serenidad y sentido común. Con los más jóvenes el deporte no debe ser planteado en términos de obligación, todo lo contrario, debe conservar el ambiente placentero, lúdico que aporte diversión, que forme su conducta y afiance una personalidad siempre activa. No podemos convertir una actividad que debe ser gratificante en una actividad impuesta y coactiva.

Los padres deben manifestar un alto grado de complicidad por el deporte de sus hijos, demostrarles que ellos son parte de su proyecto deportivo. Deben mantener una postura equilibrada entre el rigor extremo y la disciplina excesiva ya que muchas veces nuestros hijos padecen una sufrida carga. El deporte es muy importante en la vida de nuestros hijos, pero no lo suficiente como para que se convierta en una pesadilla cada fin de semana.

Los padres pueden transmitir valores muy positivos a sus hijos, o ser un obstáculo cuando con su ejemplo y sus opiniones traspasan la barrera de lo permitido. Un joven demasiado mimado será incapaz de esforzarse al máximo cuando se le exige un último esfuerzo. No podrá superarse a sí mismo ni a ningún adversario, tenderá a rendirse ante la primera dificultad sin hacer nada por remediarlo. Un joven exigido por encima de su capacidad será un deportista frustrado para siempre.

Hoy en día la educación de los jóvenes está muy orientada hacia lo práctico, lo real, lo utilitario, lo tangible. Los jóvenes necesitan una gran dosis de idealismo y fantasía, hay que rescatar el altruismo de las garras de la vulgaridad. Los padres deseamos que nuestros hijos crezcan sanos, se integren en la sociedad y sobre todo que en el futuro sean hombres de bien.

Una gran mayoría de padres considera: que exigen demasiado a sus hijos y que se comportan indebidamente en los partidos dirigiendo ofensas verbales a los árbitros, a los jugadores y a los entrenadores.

La integración de los padres en la competición nos parece un factor a tener en cuenta en el deporte escolar. Debe ser un proyecto compartido en la línea de asumir los mismos objetivos deportivos ambas partes, teniendo en cuenta el punto de vista de los padres. Es una estrategia para implicarlos y evitar conflictos. También es cierto que debemos muy claras cuáles son las competencias de cada una de las partes.

La actitud de los entrenadores hacia los padres.

Además, entre los entrenadores existen ciertos prejuicios sobre la figura de los padres y familiares que hacen especialmente difícil esta relación, siendo frecuente escuchar como algunos entrenadores decimos cosas como “los padres cuanto más lejos mejor” o “yo de los padres no quiero saber nada”.

El deporte es simple y muy divertido cuando los niños juegan por razones sencillas. Pero para algunos llega el día en que el deporte deja de ser sólo un juego. Usualmente esto ocurre cuando

El niño comienza a tener éxitos

El entrenador habla del “futuro campeón”

Las expectativas de los padres se elevan.

Desde ese momento el deporte deja de ser un juego y se hace una responsabilidad para los padres y para el niño. Esta nueva responsabilidad puede a traer conflictos y ansiedades a cualquier familia.

La familia de un deportista que entrena para la competencia no es una familia común. Tiene características que la diferencian de aquellas en las cuales los hijos solamente estudian o hacen deporte recreativo. Algunas de estas características son:

Un miembro tiene habilidades especiales.

Este miembro requiere atenciones especiales.

La familia establece un compromiso consciente o inconsciente con el deporte.

La familia se estructura para atender las necesidades del atleta.

Las necesidades de otros miembros son postergadas.

Otras responsabilidades del deportista son postergadas.

Se generan nuevos gastos.

El deportista se siente responsable con la familia.

Se producen conflictos, ansiedades y presiones.

Si bien debemos reconocer que toda familia normal vive conflictos y dificultades, la manera en que dichos conflictos se manejan la vuelve funcional o disfuncional. Tener en la familia un niño o un adolescente con potencial para ser campeón es un importante agente generador de conflictos. Una familia funcional tiene mejores posibilidades de manejar adecuadamente esos conflictos. También es verdad que un deportista formado en una familia funcional tiene mayores oportunidades de triunfar que el que está rodeado por una familia disfuncional.

Se espera que un niño que se prepara para el rendimiento deportivo se encuentre en un entorno que le ayude a alcanzar sus metas y manejar las presiones que el entrenamiento y la competencia generan. La familia y particularmente los padres son protagonistas en este proceso, que puesto en perspectiva no se limita a preparar un campeón, sino que pasa a ser esencial en la formación de un ser humano. Por eso es indispensable que la familia de un deportista con potencial se estructure de una forma saludable.

El deporte y el equilibrio familiar 

Depende de los padres construir una estructura familiar equilibrada, más se debe reconocer que no es fácil mantener el balance en las relaciones mientras se dan atenciones especiales a un hijo para que tenga éxito como atleta. No es fácil para los padres asumir un rol adecuado en la formación de un joven deportista, y no existe una receta exacta. Sin embargo sí conviene que los padres observen su propio desempeño en dos ámbitos.

Su posición frente al deporte de su hijo:

Los padres deben mantener un adecuado balance entre el apoyo para que los niños se sientan a gusto en el deporte, y el estímulo hacia el esfuerzo por conseguir objetivos de desarrollo.

Confiar en el entrenador, teniendo claro que se concuerda en los objetivos y método de trabajo que tiene con el niño.

Los padres deben tener un nivel de involucramiento adecuado, asistiendo eventualmente a entrenamientos y competencias.

Todo lo anterior es posible si los padres aprenden a disfrutar del deporte de sus hijos.

Dar progresivamente más responsabilidades al joven deportista, como preparar sus equipos y ropa y manejarse con puntualidad.

Su posición frente a actividades no deportivas:

Enseñar hábitos de estudio, exigir buenas notas, enseñar a organizar el tiempo, permitir la diversión sana fuera del deporte, y cuidar el descanso. Un joven deportista tiene menos tiempo libre que otro que no entrena para la competencia.

Se debe dar la justa atención a la pareja y a los hijos no deportistas (no sólo cuando se porta mal o enferma), celebrando sus logros y satisfaciendo debidamente sus necesidades. Esto no es una compensación, sino precisamente dar a cada quien lo que le corresponde para prevenir un desbalance. El equilibrio en tiempo y atención implica tener actividades para los otros con atención exclusiva, de la misma manera que en el deporte se da atención exclusiva, y actividades de la familia en conjunto.

Por último, los padres deben además cumplir con sus propias responsabilidades laborales y sociales, siendo ejemplo de esfuerzo para sus hijos. 

Francisco Ucha Cuba