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La activación en los deportistas

Ms. C. Osvaldo León Bravo.
Dr. Francisco Enrique García Ucha.
Un interés preeminente de los entrenadores es como lograr que el deportista o un equipo este «listo» en el momento mismo de inicio de la competencia. (Activation., de, R. B. Alderman. En su: Psychological behavior in sport, Philadelphia, Saunders, 1974) Los entrenadores han trabajado duramente en la preparación de sus deportistas pero saben que la competencia es un instante de especial significado donde todo lo realizado previamente puede cambiar de sentido. Un deportista en forma deportiva puede dejar de estar solo como resultado de un estado emocional negativo que se desencadeno durante las últimas horas previas a la competencia.
La mayoría de las tareas que preocupan al entrenador esta relacionada con el mantenimiento de la disposición a rendir de los deportistas, su motivación  y el control del estado psicológico para que puedan lograr con sus recursos físicos y psicológicos llegar al óptimo en su rendimiento.
Generalmente, el objetivo es brindar condiciones y sugerencias que capaciten al deportista para ejecutar mejor, tirar más duro, correr más rápido, sin sobre activarlo para no perturbar su ejecución.
En este punto junto a categorías como motivación, disposición, cualidades volitivas entra a desempeñar un papel determinado la activación. Esta se define por Landers como un constructo motivacional que representa el grado de intensidad del comportamiento. Ya con anterioridad Malmo lo había definido como la variabilidad que se presenta en un continuum que va desde el estado profundo de dormir a una extrema excitación. Landers, esclarece que la activación es una función de la energía responsable de estimular los recursos del organismo frente a las actividades vigorosas e intensas como son por ejemplo el entrenamiento y la competencia. Puede ser evaluado por medio de parámetros fisiológicos y psicofisiológicos. Martens pasa de un enfoque puramente fisiológico de la activación para con su acostumbrada agudeza reclamar que la activación (arousal) se trata esencialmente de la energía psíquica para apoyar o no el vigor, vitalidad e intensidad con la cual la mente funciona.
De esta forma, Martens analiza el arousal como algo más que la activación fisiológica del organismo, mostrándola como activación mental.
Se permite contemplar la activación como una categoría que incluye variables fisiológicas y psicológicas. Esta manera de enfocar el fenómeno es compartida por Sage.
García Ucha, la encauza en su tesis de doctorado formando parte de una configuración donde las relaciones entre el grado de activación mantiene una inter vinculación con la intensidad de los motivos y ambos, activación y motivos influyen en la autovaloración, el grado de aspiración y la movilización de los sistemas fisiológicos y psicológicos del organismo.
Soto, enfatiza en aclarar que la activación no se encuentra asociada a sucesos agradables ni desagradables; sino que la combinación de la activación se puede dar tanto frente a estímulos agradables como desagradables.
A nuestro modo de ver, depende del curso que tomen los impactos de la interrelación del deportista con la actividad. Su subjetividad, estado físico y otros factores que sean consecuencia del curso de la actividad.
La necesidad de brindarle una atención urgente a la ansiedad y agresividad del deportista llevó durante un periodo a poner en un segundo plano la atención a los grados de activación y no tomar en consideración la relación estrecha entre la activación y la ansiedad y la agresividad. Y desde luego como siendo efecto y causa de las mismas podía influir en los recursos para lograr ejecuciones eficaces en la competencia.
Las investigaciones desarrolladas en las últimas décadas que cuestionaron la propuesta de U invertida de Yerkes y Dodson y dieron lugar a nuevas concepciones sobre el grado de ansiedad y tensión en su relaciones con el rendimiento, haciendo complicada la comprensión del papel de la activación. Ver los trabajos de Hardy y Fazey, Jones y a Kerr. Ulteriormente, continuados por Gould, Martens, Vealey y Burton como, también por Hanin.
De esta forma, se llega a un grado de complejidad en relación con la cantidad de variables a considerar y controlar para garantizar el estado general del deportista. Los controles llevados a cabo en las investigaciones llamaron a  retomar la activación para una interpretación de las determinantes potenciales del rendimiento. Seguir el curso de la atención brindada a la activación en las teorías, por ejemplo de la zona optima de ansiedad de, Hanin, la teoría de la catástrofe de, Hardy y Fazey y finalmente la teoría de la reversión de, Kerr, que llevarán a nuevas direcciones la teoría y la metodología de la investigación de la activación, lo que constituye una necesidad actual.
Como esperan Gould y Krane, tal indagación podrá contribuir a erradicar la ambigüedad del uso del termino activación, desarrollará las condiciones necesarias para la evaluación de las relaciones entre activación y eficacia e incorporará la categoría en investigaciones futuras más complejas que permitan acorralar mejor los fenómenos psicológicos que tiene lugar en actividades criticas de entrenamiento y competencia, por ejemplo la teoría multidimensional de la ansiedad.
Las evidencias de la importancia de este constructo viene desde la obra de, Filip Genov, (mencionado por R. B. Alderman. En su: Psychological behavior in sport, Philadelphia, Saunders, 1974) estudio cuidadosamente la velocidad con la cual los levantadores de pesas se comprometen o disponen en sus pesadas tareas cuando ellos están en un estado de «disposición movilizativa» durante la competencia. El encontró que antes de un levantamiento de pesas exitoso, los deportistas pueden moverse más rápido en tareas que ante de intentos no exitoso. Por tanto, se indicó que el éxito en este deporte exigente y explosivo es dependiente de encontrar y lograr altos grados de activación antes de la ejecución. Los estudios de Genov (que comprenden un período de 10 años de investigaciones en luchadores, gimnastas, deportistas de campo y pista, pesistas y basquetbolistas) se centraron también en la atención de los deportistas durante la competencia y en el tiempo tomado antes de los esfuerzos. Una adecuada movilización (activación) se relaciona con la preparación de los deportistas, su estado mental, el grado de dificultad de la tarea, su salud general y también la cantidad de tiempo que se toman antes del esfuerzo. En 1965, él registró el tiempo que se tomó el pesista soviético L. Zhabolinsky en el Campeonato del Mundo de Teherán. Encontró que el último de los tres intentos (el más exitoso) estaba precedido por un tiempo significativamente mayor, 70 segs., en contraste con los 40 y 55 segs en los primeros dos levantamientos.
Estudios semejantes se desarrollaron en Rusia, analizando el tiempo tomado por Valery Brumel, recordista del mundo en salto alto, antes de cada intento. El tiempo entre intentos como una función del calentamiento comprometido antes o durante las competencias también fue estudiado por Genov, así como otros psicólogos del deporte en Bulgaria y Rusia.
Métodos de ajuste de los grados de activación de los deportistas:
Un número de métodos de ajuste de los grados de activación de los deportistas antes, durante o después de las competencias son desarrollados y a veces investigados por psicólogos clínicos y experimentales, psiquiatras y psicólogos interesados en los problemas de los deportistas.
Algunos métodos son vagas excursiones clínicas, con falta de metodología específicas o de evidencias experimental, mientras que otros son precisos y acompañados de investigación sustanciosa. Algunas de estas técnicas son externas o periféricas y ayudan al deportista a lograr estados variados de relajación o tensión muscular, asumiendo que su estado emocional y fisiológico subyacente será afectado. Otras técnicas se concentran en el estado mental, en los pensamientos y esquemas mentales del deportista. Otras más combinan técnicas para influenciar la periferia así como funcionamiento central del atleta.
La activación como puede manifestarse de distintas maneras, tanto a grados fisiológicos, cognitivo o motor, siendo conveniente, en cada caso, el que se detecten las respuestas concretas que permiten determinar su presencia o ausencia. Es probable que en muchas ocasiones coexistan respuestas de activación de distintos tipos, por ejemplo, fisiológicas y cognitivas, pero suele ser frecuente que una predomine sobre las otras, al menos en lo que se refiere a la experiencia subjetiva del deportista, pudiendo variar este predominio en función de los estímulos antecedentes. Así, puede ocurrir, por ejemplo, que en una situación concreta, el deportista perciba la respuesta fisiológica de sudoración en las manos como indicador de un grado de activación determinado, mientras que en otra situación inmediatamente después de cometer un error ese mismo deportista puede detectar que son determinados pensamientos auto-punitivos (respuestas cognitivas) los que indican que su activación a aumentado.
Con vista a la auto-observación y auto-evaluación que el deportista debe hacer de su propia activación, será importante, por lo tanto, que aprenda a detectar las respuestas de activación más destacadas en su caso particular, teniendo en cuenta que éstas pueden ser diferentes ante distintos estímulos.
El trabajo de crear condiciones y un «estado mental» que conlleven a una ejecución atlética máxima es difícil. El deportista parece ser activado o deprimido por variadas razones, de las cuales solo algunas pueden ser captadas por un observador.
El deportista puede poner unidos un mismo set mental que resulta de que él haya sido sobre o subactivado junto con factores externos a su esquema psicológico de pensamiento que pueden influir en cuán «arriba o abajo» el se encuentre para una confrontación dada.
Más allá de eso, el problema no consiste simplemente en excitar a los deportistas para una confrontación sino en llevarlos a grados óptimos de activación y de motivación, niveles que si son sobre pasados pueden interrumpir los patrones de movimiento fino y coordinado y además entorpecer su ejecución.
La activación general del organismo, con independencia de la forma o grado al que se manifieste, debe considerarse una respuesta relacionada con diferentes variables psicológicas frecuentemente asociadas a la actividad del deporte de competición. En general, la motivación por el resto de la competición y por la propia práctica  deportiva, y la manifestación de la ansiedad y hostilidad de la reacción de estrés, contribuyen al incremento de la activación, mientras que la falta de interés, el exceso de confianza y las repuestas más extremas del estrés, es decir, el desánimo y el agotamiento psicológico, favorecen un grado de activación más bajo.
La ansiedad conlleva activación pero la activación puede acompañar, también a otras variables como la motivación por el reto o la hostilidad. De hecho, siguiendo la sugerencia de Martens (1987), la ansiedad, como consecuencia negativa del estrés, suelen propiciar un aumento de activación negativa, mientras que la motivación por el resto de la competición y por el éxito y sus consecuencias, y la sensación positiva que acompañan a la realización de la actividad deportiva, tienden a favorecer una mayor activación positiva.
En general, la activación negativa, generada fundamentalmente por el miedo al fracaso, a su consecuencias o a la evaluación de los demás, por la incertidumbre respecto a lo que va a ocurrir o la duda en relación al propio rendimiento, por la insatisfacción y la frustración respecto a lo que ésta ocurriendo. Permite aumentar, cuantitativamente, el grado de activación general con mayor facilidad, en ocasiones, que la activación positiva, sobre todo cuando el deportista se enfrenta a tareas que tienen un menor interés para él, por ejemplo, ante competiciones consideradas fáciles, en períodos  de entrenamiento alejados de la competición, pero también conduce, mucho antes que la activación positiva a grados de activación cuantitativamente más perjudiciales.
Como veremos más adelante, ambos tipos de activación, negativa y positiva, pueden ser beneficiosos o perjudiciales para el rendimiento, por defecto o exceso, según las circunstancias concretas en las que el deportista deba rendir. Puesto que la distinción entre ambas, dependen de los  contenido  de la activación mental a grado de valoración y análisis más profundos que la actividad cognitiva habitualmente consciente, será necesario, en muchas ocasiones, profundizar hacia el conocimiento de estas cuestiones, con el fin de controlar, de manera más conveniente, una respuesta tan relacionada con el rendimiento deportivo como es la activación.
La activación óptima.
La relación entre activación del organismo y rendimiento deportivo ha sido ampliamente estudiada por los especialistas la psicología del deporte, por ejemplo Gould y Krane (1992). En general, el grado de activación parece influir sobre el rendimiento por medio de dos grandes vías: por un lado, actuando sobre el grado de tensión muscular, la movilización de energía física, la coordinación motriz u otras variables fisiológicas que pueden afectar la ejecución de los movimientos necesarios para rendir; y , por otro , incidiendo sobre la atención, el procesamiento de la información y la toma de decisiones. Con independencia del mecanismo concreto que esté actuando, parece que se puede detectar un grado de activación óptimo, que corresponde al estado de activación que, en cada caso concreto, mejor favorece el funcionamiento del deportista para rendir al máximo de sus posibilidades.
El grado óptimo de activación, podrá ser cuantitativamente diferente, en términos absolutos, entre unos deportistas y otros; y también, para un mismo deportista, según la tarea que deba afrontar y el periodo de entrenamiento – competitivo en el que se encuentren;  asimismo, podrá variar, en función del contenido Positivo o negativo  de la activación. En ocasiones, el grado óptimo corresponderá a una activación más baja, mientras que, otras veces, conllevará una activación más elevada. Lo importante, en cualquier caso, es que cada deportista conozca cual es su grado óptimo de activación en cada circunstancia y que, a partir de aquí, sepa como mantenerlo cuando este presente y como alcanzarlo cuando por defecto o exceso se encuentre ausente.
En general, cuando el grado de activación se encuentre por debajo o por encima del que se considere como grado óptimo, el rendimiento saldrá perjudicado al no encontrarse el deportista en la mejor disposición para atender y asimilar correctamente la información más relevantes, tomar la decisión más apropiadas y o ejecutar con precisión y-o con las energías suficientes sus movimientos. Cuando esto suceda, parece claro que deberá utilizar las estrategias más apropiadas para aumentar o disminuir su activación, según lo que más le convenga, hasta alcanzar el grado óptimo deseado.
Análisis conductual del grado de activación.
Considerando lo expuesto anteriormente, se puede decir que su presencia o ausencia puede estar propiciada por la influencia de distintas variables psicológicas y que cada deportista tiene un patrón de respuesta de activación característicos que puede ser diferente en función de las circunstancias habitualmente vinculadas a la presencia o ausencia de activación. Asimismo, se puede indicar, que existe un grado de activación óptimo que favorece el máximo rendimiento deportivo, que cada deportista tiene su propio grado óptimo de activación y que este podrá ser diferente en función de las tareas concretas en las que el deportista deba rendir y del momento de entrenamiento competición en el que se encuentre.
De esta manera se puede sugerir que una vez comprendida todo lo relacionado con las características de cada individuo, se debe elaborar la estrategia más eficiente para propiciar y mantener el grado de activación óptima en cada momento concreto que sea relevante, teniendo en cuenta:
Los recursos estratégicos de los que ya dispone cada deportista.
La situación de mayor riesgo que por defecto o exceso puede alterar el grado óptimo de activación ya conseguido.
Los recursos del deportista para reducir este riesgo y como controlar la situación cuando la activación óptima se altera.
Necesidad de desarrollar nuevas estrategias para el control de la activación cuando los recursos existentes no sean lo suficiente eficaces.
Todas estas cuestiones, conducen a la realización de un apropiado análisis conductual en cada caso en los que deben observarse los aspectos siguientes:
Las situaciones más relevantes en las que los deportistas, individualmente y a grado de equipo, deben rendir, prepararse para rendir o descansar (estímulos antecedentes).
La forma en la que se manifiesta la activación de los deportistas, el grado cuantitativo de la activación y el carácter positivo o negativo de ésta (respuesta de activación).
La relación funcional existente entre distintos grados de activación de los deportistas y su rendimiento en: la ejecución de tareas deportivas, la realización y seguimiento de medidas adecuadas para prepararse y la consecución del descanso físico y mental apropiados.
La observación de estos datos, por medios del análisis retrospectivos como punto de partida, el registro (observación y entrevistas) y más tarde la auto-observación. Una vez detectado el grado de activación óptima, el análisis conductual deberá centrarse en la búsqueda de recursos existentes en el repertorio personalizado de los deportistas.
La existencia de recursos útiles suficientes, conducirá, probablemente a que se busque la mejor manera para su puesta en práctica, debiéndose solucionar, en ocasiones, cuestiones relacionadas con la utilización más apropiada de estos recursos. Por el contrario la ausencia de recursos o la necesidad de completar los ya existentes, planteará la necesidad de encontrar y desarrollar estrategias eficaces, entre las que puede encontrarse técnicas de modificación de conducta aplicadas a distintos grados. Estímulo, respuestas, consecuencias, interpretación de  estímulos, valoración de respuestas y disposición psicológica.
El paso siguiente, de análisis conductual, siempre en permanente interacción con la intervención, consistirá en detectar, utilizando la metodología empleada anteriormente, las situaciones de riesgo que tendría una mayor probabilidad de alterar el grado de activación óptima una vez conseguido éste. Esta información permitirá actuar de forma preventiva, preparando la estrategia que se considere adecuada y más eficaz en cada caso. Esto requiere de una constante observación, para saber si la estrategia seleccionada es viable y se encuentra dentro del repertorio de recursos disponible, si es así, se decidirá la mejor manera de ponerla en práctica y , en caso contrario, se procederá a la búsqueda de estrategias nuevas.
Control del grado de activación en deportistas.
El control del grado de activación de los deportistas, debe basarse por lo tanto en un buen análisis conductual en permanente interacción con la intervención. El análisis funcional de la activación, teniendo en cuenta: estímulos antecedentes, respuestas de activación y consecuencias en el rendimiento y posteriormente el análisis de los recursos existentes y las necesidades que deben cubrirse, conducirá a la intervención más apropiada para el control de la activación.
La intervención puede llevarse a cabo por medio de dos grandes vías: la intervención directa y la intervención indirecta. Por ejemplo, Gorbunov (1998), mediante la intervención directa, en la que el psicólogo trabaja directamente con el deportista, cada atleta puede aprender a auto-regular su propio grado de activación por medio del dominio tanto de las estrategias que se consideren las más apropiadas, como del procedimiento más aconsejable para la aplicación eficaz y útil de la estrategia. Por otra parte, por medio de la intervención indirecta, en la que se utilizan como intermediarios a aquellas personas cercanas que con sus decisiones o acciones pueden influir en el estado psicológico de los deportistas, por muestra el entrenador.
Por lo tanto, creemos que la intervención directa como la indirecta resulta fundamental para estimular la activación en el contexto del deporte de competición, influyendo de esta manera en el rendimiento durante el entrenamiento y en la competencia.
Parte de la bibliografía consultada.
Buceta, J. M. (1992). Intervención psicológica con el equipo nacional olímpico de baloncesto femenino. Revista de psicología del deporte, 1, 2, 69-87.
Gould, D.; Krane, V. (1992). The arousal-athletic performance relationship: current status and future directional. In: T.S. Horn (ed.), Advances in Sport Psychology, Human Kinetics Publishers, Champaign, ILL.
García Ucha, F, (2005) La saga de los riesgos de la preparación psicológica de los deportistas.
http://ucha.blogia.com/2005/011501-la-saga-de-los-riesgos-en-la-preparacion-psicologica-del-deportista-para-las-com.php
García Ucha, F, (2005) Continuación…La saga de los riesgos de la preparación psicológica de los deportistas.
http://ucha.blogia.com/2005/011701-continuacion…-la-saga-de-los-riesgos-en-la-preparacion-psicologica….php
García Ucha, F. (2008) Técnicas para regular el grado de activación. http://www.psicodeportes.com/articulos/verarticulo.php?id=147 .
Hardy, L., Beattie, S., & Woodman, T. (2007). Anxiety-induced performance catastrophes: Investigating effort required as an asymmetry factor. British Journal of Psychology, 98, 15-31.
Weinberg, R; Gould, D. (1996). Fundamentos de psicología del deporte y el ejercicio físico. Barcelona: Ariel.
Arousal: Activación Fisiológica y Psicológica.http://psicologiaeneldeporte.blogspot.com/

Saludos:
Dr. Francisco Enrique García Ucha