A pocos días de la navidad cómo no recordar que casi me sorprende en Monterrey, ya debíamos estar en el aire hacia ese cocodrilo sereno de nuestra isla y estaba sobrevendido en vuelo y nos quedamos otros tres días más aun más próximos a navidad.
Un frío que pelaba mi piel caribeña, la Universidad estaba cerrada excepto nuestras habitaciones y debía salir en la mañana a comprar las hamburguesas. Allí me quedé en una esquina, entre la sensación de estar en la Gander en Canadá y pensando cómo estarán los miembros del equipo deportivo de la facultad.
Están de vacaciones obligadas por la maravilla de la navidad. La ciudad hermosa llena de guirnalda luminosas y la alegría, el afecto pegados al calorcito del hogar.
Qué harán con tanto disfrute. Servirá seguramente para relajar los músculos, dormir lerdos hasta en una siesta sulamita. Cuánto riesgo con los placeres de las golosinas y las carnes y los turrones, las avellanas, las nueces y las frutas secas. Cuánta osadía de la vida cuando en unos días más espera a esas bellas chicas del nado sincronizado y la balanza para conocer hasta donde llegó el desequilibrio en la alimentación y se llevó o no la proporción corporal.
Habrá entre todos los deleites y las campanas sonando una vocecita que diga ¡cuidado basta!
Hay otros que no pueden decir: “pausa” porque deben ser unos pocos más el juego persiste y con él la competencia y el afán de ser de los primeros y mirarán allí a través de las pestaña el goce de los afectos familiares, el dulce sonido de una música que nos trae el recuerdo de estar protegidos por esa ropa que es el amor de todos.
De esos pocos que no tienen tiempo para salirse del terreno, se tomarán un video para lo más preciados de sus cariños. Algo que envíe el mensaje aquí estoy llevando mi sentido personal del deporte y bien vale la pena por lo que me gusta y complace mientras tu o Uds., están tomándose un buen rioja en las márgenes del Guadalquivir en Sevilla a una distancia relativa de las Columnas de Hércules.
El deporte es eso y mucho más es compromiso, devoción, obsesión, fruición del alma y el pensamiento.
Solo hay unos que pueden comprender esto: ¡Ellos mismos!
Ellos enviaran un mensaje de lo más puro del corazón: «Feliz navidad a todos» o para cada uno de ustedes “Una Feliz Navidad”
El deporte como cultura no tiene momentos fijos.
En esos días los entrenadores, los padres, la pareja y hasta los propios hijos no deben olvidar que están con personas especiales que en sus corazones reina bulle y palpita algo especial: el deporte.
Allí regrese algo enjuto por el frío a añora llegar a tiempos a mi casa en el Vedado Habanero a ver cómo rompía la ola sobre la ceñudo malecón.