Normas y Acciones se pueden evitar Conflictos
En este trabajo se describe la estrategia general que debe asumir el psicólogo en su actuación y relaciones cuando trabaja en el deporte.
A mi modo de ver, éste es uno de los problemas más agudos y complejos que se presentan en el quehacer profesional.
Se trata de conocer mediante qué normas y acciones se pueden evitar los conflictos y problemas que, en ocasiones, aparecen como consecuencia de la actuación en práctica como especialistas.
¿Cómo evitar que surjan contradicciones entre las tareas del Psicólogo y las del Entrenador?
¿Cómo interactuar con los especialistas de otras ramas sin llegar a que se susciten problemas?
En general, gran parte de lo que el psicólogo puede llegar a realizar con los deportistas, entrenadores, grupos y organizaciones deportivas depende de lo que creen y esperan acerca de la psicología y de lo que la propia actuación del psicólogo provoque; por esto, desde hace algunos años se viene analizando por parte de un grupo de investigadores, el modo de operar frente a las tareas más allá del uso propio de los métodos, técnicas y procedimientos de intervención que requieren la ejecución de las mismas por el psicólogo en el deporte.
El propósito de atraer la atención de los psicólogos hacia estos problemas y coadyuvar al desempeño más eficiente de la labor profesional, contribuiría a fortalecer el desarrollo de la Psicología del Deporte.
Es evidente que el trabajo del psicólogo, al tener como objetivo la formación y desarrollo de determinadas pautas de conducta del deportista y establecer las bases para la facilitación de las acciones del entrenador y las organizaciones deportivas, enfrenta dificultades y resistencias que van a obstaculizar su labor.
La necesidad de lograr una actuación de eficiencia elevada, que permita llegar a cumplir los objetivos y metas de las tareas llevadas por el psicólogo es estudiada en todas las ramas de aplicación de la Psicología, seas esta Clínica, Organizacional u otras.
En este sentido, encontramos los trabajos realizados por J. Bleger acerca del modo, el método y los principios que debe adoptar el psicólogo cuando trabaja en Psicología Institucional.
En la Psicología Clínica este tema ha sido profusamente descrito por los autores H. S. Sullivan y C. Roger, entre otros.
El estudio de la estrategia general del psicólogo para el desempeño de sus tareas ha estado íntimamente vinculado con la Psicología del Trabajo, en la que desempeñan funciones de asesoramiento o consultantes dentro de las empresas y organizaciones; es útil consultar los artículos de C. K. Ferguson y W. J. Reddin.
Específicamente en el campo de la Psicología del Deporte, casi todo lo que se ha escrito aparece en los trabajos de, J. Hanin, B. Ogilvie y L. Rushall. Hemos tenido la oportunidad de tratar este tema en contactos, conversaciones y talleres con V. Mediewev, V. Fechenko, N. Judadov, J. Riera, y otros colaboradores.
“Encuadre de la Tarea”
La estrategia general seguida por los psicólogos con vistas a garantizar la efectividad de sus funciones, se ha denominado “encuadre de la tarea” y se define como la forma en que se debe estructurar el trabajo, de manera que la propia actuación o la de otros vinculados a ella no dificulten los objetivos que se persiguen. Este enfoque ha sido descrito por J. Bleger.
El encuadre de la tarea posee su técnica, esta es, el conjunto de operaciones y condiciones que conducen a establecer el encuadre y que forman parte del mismo.
No es difícil constatar que en cada una de las esferas de aplicación de la psicología las expectativas acerca de las funciones del psicólogo o las dificultades que emanan de su acción alcanzan un grado diferente de complejidad, sobre todo de acuerdo con la significación de la trascendencia del trabajo, lo que plantea que si bien existen una serie de normas o pautas para afrontar este problema de manera general, también hay particularidades específicas en cada una delas ramas de aplicación de la psicología demandando desarrollar determinadas variantes.
A continuación, sin seguir un orden jerárquico, aparecen aquellos aspectos que a mi modo de ver deben ser considerados dentro de la técnica del encuadre de la tarea.
Un punto de partida del trabajo del psicólogo pudiera ser el señalado por B. Ogilvie, que consiste en establecer su credibilidad y la credibilidad de la psicología. Para nosotros resulta de importancia esta concepción, dado que la irrupción de la Psicología del Deporte es relativamente reciente: los primeros trabajos de envergadura se refieren a hace aproximadamente unos 60 años en países altamente desarrollados y aún existen regiones donde se dedican a estas funciones unas pocas personas. Las funciones fundamentales que se realizan consisten en la ejecución de investigaciones, docencia a entrenadores y licenciados en cultura física y en la atención a deportistas, la cual puede caracterizarse puede ser a menudo la de consultante de gabinete alejado del centro de la actividad o como en nuestro caso, vinculado a las condiciones concretas de la participación deportiva.
No obstante, la tendencia general está llevando cada vez más adelante la concepción de que el psicólogo se vincule directamente al equipo de trabajo y actué junto al entrenador como un miembro más del personal, con vista a garantizar las capacidades de los deportistas.
Como señalamos, el hecho de que este campo resulta en algunas regiones novedoso, tiene consecuencias metodológicas concretas para el encuadre de la tarea, ya que implica que para algunos el desempeño del psicólogo puede tener un carácter muy ambiguo. Cuando los deportistas y entrenadores son entrevistados acerca de qué esperan u opinan acerca del psicólogo en el deporte, en muchos casos sus criterios se alejan de lo que el psicólogo considera debe ser su campo de acción, por ejemplo, hace años había que explicarles a los deportistas que el psicólogo no se encontraba en el equipo deportivo porque ellos presentaran alguna patología nerviosa.
Desde luego, esta situación y otras, después de varias décadas de trabajo de los psicólogos en equipos deportivos, ha sido prácticamente erradicada; pero si bien se ha ganado en la concepción que tenían respecto al psicólogo y la psicología, se presentan problemas similares o diferentes, dado que cada día hay más deportistas que ingresan a las filas del alto rendimiento sin estas vivencias, se promueven entrenadores y psicólogos que comienzan a ejercer sus funciones y se amplían las posibilidades del trabajo de aplicación de la Psicología del Deporte a la recreación, el tiempo libre y la participación masiva de la población en actividades deportivas.
Es por esto que los problemas de las creencias acerca de la psicología constituyen un aspecto importante llegar a conocer de antemano por el psicólogo qué se espera de sus acciones, qué debe esclarecer, qué debe enfrentar y a qué atenerse en cada circunstancia.
Por regla general, señala J. Piaget, «casi todo el mundo posee una tendencia que los lleva a pensar que pueden asumir el papel de psicólogo, a pesar de que se precisa una cultura más que promedio para comprender que cualquier afirmación en psicología supone unas comprobaciones experimentales bastante difíciles»; respecto a esto, pudiéramos colocar el ejemplo que la relación existente entre la personalidad del deportista y los rendimientos deportivos suponen un conjunto de factores confusos cada uno de los cuales conlleva un larguísimo estudio a partir de componentes biológicos, hereditarios, sociales, educacionales e ideológicos.
Hay quienes creen que están autorizados a comprenderlo todo, aplicar sus criterios y posteriormente sacar sus conclusiones. Esta propensión puede conducir incluso a pensar que el psicólogo es poco útil y que se pasa la vida señalando cuestiones que son obvias y que ya estaban presentes en la mente de los demás.
Expectativas
El problema de las expectativas acerca de la psicología está a veces vinculado con aspectos relativos a la posición ante la vida de la persona; al respecto H. S. Sullivan señala que hay individuos a quienes se les ha enseñado erróneamente que no deberían necesitar ayuda para resolver sus problemas, por lo cual se avergüenzan cada vez que la necesitan o experimentan la sensación de que son unos tontos al buscarla o esperar que alguien se las dé.
Esta necesidad obstrucciona las posibilidades del sujeto para enriquecer su experiencia y solicitar cooperación para sus problemas o conflictos.
Si bien el psicólogo debe cuidar las opiniones adversas o los prejuicios acerca de sus funciones, las creencias excesivamente favorables también deben recibir una profunda atención, ya que pueden resultar muy dañinas a su trabajo, por muestra, algunos pueden ver al psicólogo como un personaje que posee una «varita mágica» mediante la cual puede resolver todos los problemas que se le presentan al equipo u organización deportiva; esto puede llegar a comprometer al psicólogo con las fantasías de los participantes y tener consecuencias sobre sus funciones de trabajo, las expectativas del entrenador, o los deportistas que pueden llegar a tener una formulación idealista e inalcanzable.
Otra de las dificultades está relacionada más con la psicología que con el psicólogo mismo: se trata de aquélla que presenta la psicología para ofrecer soluciones a los problemas de forma inmediata, rápida y precisa. En muchos casos, esto no es posible, dado que la psicología posee pocas soluciones preparadas de antemano y esto se debe a la complejidad de su objeto de estudio, por lo que es importante estar alerta para no cometer el error de brindar esperanzas que rebasen lo posible o hacer pronósticos que no lleguen a materializarse, por lo que se hace recomendable plantear de forma clara las limitaciones con que cuenta el psicólogo, cuando tienen que transformar el comportamiento de otros.
Dado que las tareas resultan casi siempre mucho más complejas que lo previsto, se hace necesario hablar desde el principio con una proyección de trabajo que ocupe un tiempo prudente. El planificar una tarea en un plazo corto señala J. Reddin puede ser una de las causas que condicionan el fracaso.
El psicólogo debe tener presente que la aceptación como profesional se ofrece tentativamente y puede ser retirada, sobre todo cuando después de haber mostrado lo que pueden esperar de él no se cumple.
De los planteamientos anteriores se deriva prácticamente la necesidad del esclarecimiento del carácter de la tarea a realizar, eludiendo totalmente el verse comprometido con las exigencias que no pueden cumplirse o que se encuentran fuera de las funciones del psicólogo.
La tarea de, esclarecimiento del carácter de las funciones del psicólogo debe efectuarse a todos los niveles en el deporte donde se ejecute, tanto con los atletas como con los entrenadores, comisionado y directores. Es en este proceso cuando el psicólogo debe solicitar la aceptación explícita de su persona y de sus tareas; desde luego, esta aceptación debe ser producto del propio esclarecimiento y no de la coerción.
El psicólogo que es ante todo un experto en relaciones interpersonales debe advertir los diferentes escollos que se pueden presentar en la interacción con los entrenadores.
El psicólogo no debe sustituir, ni desplazar, ni minimizar al entrenador y esto debe quedar planteado explícitamente y cumplido. Limitarse al rol de ayudante, asesor, consejero y no asumir papeles directivos relativos a la planificación o ejecución del entrenamiento deportivo, aun cuando esto pueda ser solicitado.
Fedchencko, sugería que en las reuniones de los deportistas con el psicólogo era recomendable que participara el entrenador y en todas las tareas en que pudiera involucrarse.
Existen varias razones para llevar a cabo esta estrategia. Señalare que, si trabajamos con los deportistas exclusivamente se pueden obtener información y resultados para los que es posible no esté preparado el entrenador, por muestra en un trabajo previo a este, F. García Ucha y R. Pérez León, al estudiar la adecuación de la autovaloración de las cualidades técnico-tácticas de un equipo juvenil de judo masculino se podía apreciar que los deportistas se subvaloraban en relación con su potencial técnico-táctico.
Gracias a la participación en el estudio de los entrenadores, estos pudieron comprender que por medio de sus instrucciones creaban un clima psicológico que desestimulaba a utilizar el potencial técnico-táctica los deportistas, ya que los entrenadores señalaban que obtener niveles superiores de la técnica y la táctica en el judo requería de mucho tiempo y experiencia.
Al subvalorarse, los judocas, presentaban un nivel de aspiración por debajo de sus posibilidades reales.
Es muy probable que si en el trabajo de modificación y adecuación de la autovaloración no hubieran participado los entrenadores no se llegaría a una comprensión de los factores involucrados. Todo ello nos lleva a reconocer una posición de importancia especial de los entrenadores en el proceso de preparación psicológica del deportista. El entrenador tiene un conocimiento profundo de la planificación del entrenamiento, y una percepción sistemática de las respuestas del deportista, incluso de sus actuaciones en la situación de competencia, lo que le permite facilitar las condiciones para las intervenciones psicológicas y su coordinación con el proceso de entrenamiento deportivo y las competencias.
Por otra parte, la ausencia de conocimientos expertos en psicología no le permiten acometer los métodos y técnicas psicológicas con la efectividad del psicólogo. Incluso y de acuerdo con mis propias experiencias, entrenadores que son también psicólogos le resulta difícil acometer el rol de psicólogo por la complejidad de acciones que deben realizar en su rol de entrenadores.
A ello se suma los posibles sesgos de su objetividad ya que tiene la responsabilidad del resultado final de la competencia, lo que lleva en ocasiones a la idealización de algunos deportistas, condiciones, circunstancias de competencia y a ellos mismos.
Naturaleza de las Relaciones
Es necesario señalar que cuando el entrenador solicita la ayuda de un psicólogo para la preparación psicológica de los deportistas se debe incluir por el psicólogo la asistencia al entrenador dado que, en muchas ocasiones, quien solicita la ayuda en muchas ocasiones, también la demanda para sí mismo.
La naturaleza de las relaciones con el entrenador constituye como señalamos un factor clave del éxito o no del psicólogo y estas relaciones pueden variar en profundidad y grado de complejidad sobre todo cuando se extienden fuera del campo de las relaciones laborales.
No existe por los autores un criterio unánime en cuanto a este aspecto de las relaciones entrenador-psicólogo hay quienes no recomiendan que existan actividades externas al trabajo dado que pueden deteriorar el vínculo profesional. Apartarse de la situación operativa puede desarrollar premisas subjetivas que desencadenen conflictos posteriores. Se pueden suscitar esperanzas, incertidumbre y ansiedades por ambas partes.
El vínculo no profesional constituye un medio propicio para “seducir” al psicólogo y convertirlo en un compañero ingenioso y simpático y todos los esfuerzos para modificar posteriormente esta actitud pueden convertirse en inútiles.
Para otros autores estos contactos son válidos si nos planteamos que en ellos no se deben involucrar ninguna información sobre la tarea o el curso de la misma, cuestión que resulta extremadamente difícil y no evita lo señalado anteriormente.
El aspecto que tratamos puede tener repercusiones en varias aristas, una de ellas es que con estas actividades el psicólogo llegue a involucrarse afectivamente con los resultados de la labor del entrenador referidas a los logros en competencias.
No obstante, a veces se logra una conexión adecuada de las relaciones si se sigue una serie de normas, entre las que se debe incluir que, el psicólogo, no abandone su rol profesional durante las actividades extra laborales. Ello significa mantener una actitud operativa.
El problema de aprender a mantener una distancia operativa aparece en toda la literatura psicológica, pero sobre el tema es necesario hacer algunas distinciones.
En nuestro caso un encuadre de la tarea que conlleve una distancia total o “frialdad” en las relaciones con el entrenador y los deportistas da lugar a que surjan motivos para rechazar al psicólogo, atribuirles sentimientos de indiferencia y hasta de hostilidad. El psicólogo debe expresar sentimientos, y saber cómo presentar su mundo afectivo ante los reveses y las victorias, pero debe recordar que vincularse emocionalmente limita su potencial y que hacer profesional.
Comprometido Emocionalmente
En las competencias los deportistas se encuentran nerviosos, estresados, los entrenadores están en la misma situación, alguien tiene que no estar involucrado con los resultados. Debe mantener ecuanimidad y ese es el psicólogo. La agudeza y objetividad de su visión va a permitir poder analizar los aspectos fuertes y débiles del deportista o del equipo, y conocer que falta para lograr una adecuada preparación psicológica.
Hay experiencia de ser atraído a un deporte solo con la pretensión consciente o no de constituirse en algo que tranquiliza las ansiedades y se repite “hay un psicólogo” pero por otra parte uno no puede actuar.
Bleger, señala que mientras más complicada sea la situación y mayor las resistencias más se atacara el encuadre de la tarea del psicólogo y a veces se desarrollan mecanismos que lo comprometen a actuar en el proceso mismo de la solución de problemas que no le competen.
Por todo ello, llamamos la atención de asumir una actitud clínica, la cual consiste en el manejo de cierto grado de disociación que permita por un lado identificarse con las personas y sus objetivos y que por otra parte le posibilite mantener con ellos cierta distancia que haga que no se vea implicado afectivamente en lo que debe ser su motivo de trabajo permitiendo que su rol profesional no sea abandonado.
Una consecuencia inmediata de encontrarse comprometido emocionalmente consiste en que cuando hay resistencias manifiestas a los objetivos que persigue el psicólogo con su labor, su conducta puede matizarse por reacciones bruscas y conflictos, fruto de las contradicciones entre sus necesidades emocionales y la realidad. Esto va repercutir en su actitud para la tarea.
En este punto el psicólogo debe brindarles atención a sus propios sentimientos. Una guía de autoobservación puede ser útil, esta puede incluir desde la valoración del estado emocional luego de una reunión, entrenamiento o competencia. La mejor ayuda está en la supervisión de su trabajo. Encontrar a un profesional no implicado en la tarea, con quien discutir los problemas que deben enfrentarse, es realmente aleccionador hasta donde esto puede ayudar a esclarecer y corregir en muchos casos las tendencias a distorsionar los aspectos del problema y las circunstancias que lo rodean. Este procedimiento se convierte en un factor de regulación de la conducta del psicólogo. Las experiencias en este campo permiten afirmar que resulta muy necesario cuando los problemas que caracterizan al equipo deportivo están muy centrados en conflictos individuales o muy personificados en determinados miembros de la organización deportiva.
No comprender lo que está ocurriendo, el hacer comentarios excesivamente tranquilizadores o pesimistas, tomarles apego a los deportistas, entrenadores y el equipo. Desear que ellos se lo tomen a Ud., querer que su intervención se convierta en un gran éxito, intentar impresionar a los deportistas, al entrenador, sentirse muy halagado por sus elogios. El dejar ciertas tareas interrumpidas o abandonadas, por otra parte, pueden ser producto de la ansiedad o una explicación justificativa ante la incapacidad. El temor a fracasar, todo esto debe ser valorado.
No hay una actividad tan proclive como el deporte para que un profesional se involucre afectivamente y pierda las perspectivas de su actuación, otras áreas de la aplicación de la psicología no tienen el mismo magnetismo, hay una mayor tradición profesional para mantener la distancia, no se requieren tantas horas de trabajo en actitud operativa como el deporte, por ejemplo cuando se realizan jiras al exterior o etapas de internamiento de los deportistas, en determinados centros de entrenamiento, y se demanda la presencia del psicólogo, este debe compartir durante varios días con los deportistas y sin dejar de ser jovial es una imprudencia abandonar el rol de psicólogo o implicarse afectivamente. Esto exige la Psicología del Deporte.
No obstante, todo este señalamiento se debe puntualizar que la necesidad de mantener una distancia operativa merece una explicación complementaria dado que debe esclarecerse que no significa que psicólogo deje de sentirse identificado con los objetivos del equipo o los deportistas y entrenador. Lo que se trata es de alcanzar aun dentro de esta identificación un grado de actuación que le permita mantener la objetividad, de manera que al referirnos a una actitud operativa esta no significa ser neutro o pasivo.
Si bien las relaciones con el entrenador deben asumir todos los aspectos del encuadre de la tarea esto se hace extensivo a las relaciones con los deportistas. El establecimiento de la confianza y el respeto en esta relación es sumamente importante y tendrá que enfrentar numerosas pruebas en las cuales el psicólogo deberá emplear toda su experiencia y pericia en relaciones interpersonales.
Al trabajar en la preparación psicológica con los deportistas hay que dejar muy claros, con ellos, los objetivos, las virtudes y limitaciones de los métodos y procedimientos, de las actividades, etcétera.
En el deportista pueden surgir numerosas razones para sentir temor por la presencia de un psicólogo. Puede cuestionarse si el psicólogo actúa en la solución de sus problemas, en el desarrollo de sus habilidades y capacidades para dominar el estrés o su actuación va a tener consecuencias negativas respecto a sus deseos y ambiciones en el deporte.
El deportista es muy sensible a si el psicólogo empleara la información obtenida acerca de su persona en un sentido contrario a su interés por el entrenador. ¿Podrá esta información influir en las decisiones acerca de su participación en competencias, conformación del equipo, entrenamientos, etc.? Es una pregunta que se realizaran seguramente.
Es importante esclarecer con los deportistas los objetivos que se persiguen con cada una de las técnicas y procedimientos que se empleen. Cuando estas actividades no son tratadas previamente con los deportistas pueden desencadenar conductas de defensa, donde el deportista intentara de dar una imagen siempre favorable de sí mismo distorsionando los datos y los auto reportes acerca de las diversas situaciones en estudio. Como psicólogos es posible detectar estas actitudes y analizarlas con los deportistas.
Relaciones con otros Especialistas o Profesionales
Otro problema que debe incluirse en el encuadre de la tarea es el referido a las relaciones con otros especialistas o profesionales. (preparador físico, médicos, fisioterapeutas, biólogos, biomecánicos, etc.) que facilitan su ayuda al deportista y el entrenador. Aquí se plantean dos cuestiones: si lo hacen de forma ocasional o dentro del staff del entrenador. Si el trabajo se realiza dentro del staff es necesario establecer un lenguaje común entre todos los miembros que permita una buena comunicación para la integración de la información. Aquí es conveniente tomar experiencia de la dinámica funcional de los grupos interdisciplinarios. Delimitar muy bien las acciones, el respeto mutuo y el tipo de contribución a las tareas por parte de cada miembro del equipo.
El proceso de incorporación del psicólogo al equipo, como hemos analizado no están sencillo. En la parte operativa podemos señalar varias etapas.
Al iniciar su trabajo en un equipo o con un grupo de deportista el psicólogo debe sostener una entrevista previa con el entrenador principal. En esta entrevista se describen las tareas a realizar y se analizan las acciones correspondientes a su cumplimiento, el tiempo de realización de las mismas, las posibilidades y dificultades para su realización.
Un intercambio con el staff de entrenadores y los especialistas que auxilian el equipo para explicar la importancia de la preparación psicológica de los deportistas. Exponer los métodos fundamentales de trabajo. Sus posibilidades y limitaciones. En esta entrevista es importante que el entrenador principal exprese su opinión acerca de la importancia del trabajo del psicólogo y cómo concretamente se va a desarrollar su labor en la preparación psicológica de los deportistas. Se determina la forma en que se realizara el primer encuentro de los entrenadores y el psicólogo con los deportistas. La preparación de este encuentro es muy importante sobre todo la participación del entrenador principal, quien debe expresar el interés por el desempeño de la preparación psicológica de los deportistas y trasladar a ellos esta actitud.
Primer encuentro de los entrenadores, psicólogo y deportistas. Se coloca el énfasis en la importancia de la preparación psicológica para los entrenamientos y competencias. Durante el encuentro los entrenadores deben corroborar la importancia de las acciones y tareas que se van a llevar a cabo.
Segundo encuentro con los deportistas. El psicólogo expondrá una conferencia acerca de la preparación psicológica de los deportistas para las competencias. La misma debe contemplar aspectos históricos, importancia para el deportista y su participación. Especial significado debe tener explicar el papel activo del deportista en alcanzar los propósitos de la preparación psicológica como su vinculación con los otros tipos de preparación deportiva y el entrenamiento.
Saludos.
Dr. Francisco Enrique García Ucha