Las tareas que lleva a cabo el entrenador personal transitan por la trama de las relaciones interpersonales con gran intensidad. El cliente no cae de un pino sobre la máquina para ejercitar dorsales o la bicicleta fija; ni tan siquiera continua en ellas sino existe una relación interpersonal adecuada con el entrenador personal. El éxito del entrenador personal depende de una intensa actividad social, la cual se inicia y desarrolla sobre la base de sus habilidades para evaluar al cliente y su capacidad para comunicarse e influir sobre él. Las demandas que se realizan a la calidad de las relaciones interpersonales del entrenador personal y su cliente van a ser muy diferente de un cliente a otro y resultaran más complejas de acuerdo con la magnitud de los cambios que deben operarse en el cliente por medio del ejercicio o el deporte.
En cada caso estarán a prueba la capacidad del entrenador personal para motivar a su cliente, sostenerlo en los momentos difíciles que implican la modificación de su estilo de vida y la introducción a la actividad física y el deporte.
Habilidades del Entrenador Personal
Un conjunto de habilidades y cualidades se encuentran involucradas en la labor del entrenador personal, de ellas podemos enumerar:
- Empatía.
- Saber oír.
- Tolerancia.
- Paciencia.
- Capacidad para persuadir.
- Atención.
- Organización.
- Estabilidad emocional.
- Optimismo.
- Autenticidad.
- Capacidad para motivar.
Estas habilidades y cualidades resultan de una gran importancia para convertir la sesión de ejercicio o deporte en una sesión agradable y facilitar los esfuerzos por adaptarse tanto física como psicológicamente a las exigencias de la actividad.
Habilidades fundamentales
De las cualidades anteriores deseo hacer énfasis en la empatía y el equilibrio emocional. La empatía podemos definirla como la disposición de colocarse en el lugar del otro. Se trata de tener una comprensión de los problemas y dificultades en la forma en que los percibe el cliente. Esta actitud facilita las acciones a realizar con el cliente dado que estas se asumen desde su posición y no desde los pensamientos, sentimientos y actitudes propios, sino desde los de la persona a quien brinda su ayuda, tratando de hacerle saber a la persona que está siendo comprendido. Esta comprensión no equivale a la aceptación de los puntos de vista y del enfoque del cliente pero permite llevar adelante un acompañamiento afectivo de su situación.
De igual forma, la capacidad empática no debe hacernos perder la perspectiva de los problemas reales que presenta el cliente.
Discernir entre empatía y simpatía
Es importante discernir entre empatía y simpatía en la actividad profesional.
La simpatía implica una relación humana fluida matizada por el afecto positivo, en que cada uno se siente atraído y sensibilizado por el otro. La empatía presupone un punto de vista más complejo que implica ser capaz de ponerse en el lugar del otro, tratar de ver el mundo desde la concepción de aquel y, al mismo tiempo, no perder las perspectivas y los valores que le son propios.
El equilibrio emocional esta relacionado con la salud mental del entrenador personal, ella se expresa en una personalidad equilibrada que podemos describir de la forma siguiente: Si bien es una persona que se siente motivada y emocionalmente vinculada a su trabajo alcanza un alto grado de reflexión que le permite regular sus emociones y elaborar de forma adecuada sus acciones y decisiones en las tareas con el cliente.
Analicemos que un estado de ánimo negativo, un gesto o una crítica inadecuada fruto de un estado de ánimo negativo fruto de expectativas no cumplidas por el cliente pueden dar al traste con la permanencia del cliente dentro del plan de preparación.
De manera, que la pericia de asumir un papel flexible, adecuadamente interpretado gracias a una buena autodeterminación resulta de importancia significativa.
La concentración en las tareas relativas a la orientación del plan de entrenamiento, su ejecución y evaluación deben constituir los elementos de mayor atención del entrenador personal.
En ocasiones, se desbordan los límites necesarios en las relaciones sociales entre el entrenador personal y su cliente. Aparece en el intercambio de experiencias entre ambos temas relativos a la vida del cliente que se enmarcan en conflictos personales, frustraciones y sensaciones de ansiedad. Al penetrar en estas zonas de la existencia del participante puede convertirse en una aventura peligrosa que haga zozobrar los vínculos entre ambos personajes.
El entrenador personal es un especialista en lograr las modificaciones necesarias del organismo del cliente por medio del ejercicio físico o el deporte. Sin embargo, no es versado en conflictos humanos, al menos que, además, sea psicólogo. Es necesario destacar que:
Durante mis experiencias como asesor de entrenadores personales, pude constatar los residuos emocionales negativos que presentaban resultado de sus intentos por intervenir en los conflictos matrimoniales, los sentimientos vinculados a la pérdida de familiares o figuras queridas y hasta la impotencia sexual de sus clientes. Estos entrenadores personales se crearon falsas expectativas alrededor de sus acciones y la capacidad para cambiar las actitudes de sus clientes acerca de sus problemas personales obteniendo resultados totalmente adversos. No eran áreas de su competencia.
El Sentido Común
A veces, se piensa que los problemas de los demás se pueden resolver por medio del sentido común, brindado un consejo o dando apoyo afectivo a una persona y no se toma en consideración que cualquier suposición en el campo de la psicología requiere una fuerte formación previa.
Por ello, el entrenador personal debe establecer un determinado encuadre de la tarea que realiza y que le facilite alcanzar sus propósitos garantizando que sus acciones no lleguen a obstruccionar o perjudicar los mismos.
Un principio en este sentido, es concentrarse en las áreas que le pertenecen. No se trata de dejar de escuchar al cliente cuando hable de sus problemas personales sino de orientarlo hacia el experto adecuado, sobre todo cuando los problemas del participante resultan de conflictos, frustraciones o señales de amenaza que desencadenan el miedo o la ansiedad.