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Enfoque epidemiológico sobre las causas de la violencia en el fútbol.

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Por Dr. Francisco Enrique García Ucha.
La epidemiología resalta la importancia de la promoción de la salud, incluida la salud ambiental y profesional y persigue conocer las causas de enfermedad o de los factores que propician la salud, prevención y la atención de los mismos para su modificación o erradicación por medio de la intervención. Constituye, por todo lo anterior, una rama científica de gran importancia para el bienestar del hombre.
En este sentido la epidemiología abarca el estudio del comportamiento y el modo de vida para detectar sus influencias sobre la salud como las acciones encaminadas a su promoción. Los estudios epidemiológicos comprenden desde la evolución y el estado final de las enfermedades o de los factores que ocasionan la pérdida de la salud.
El trabajo que se presenta a continuación tiene por objetivo describir los fenómenos relacionados con la Violencia, sus aspectos negativos para la salud de las personas. En este caso la Violencia en el Fútbol
Se analizan los factores que determinan su aparición y desarrollo y se puntualizan algunas de las acciones encaminadas para prevenirla.
La Violencia como reacción, que tiene consecuencias que van desde el daño físico a las personas hasta sus repercusiones negativas en el estado mental, esta en contraposición con la salud. En la actualidad resulta evidente su creciente prevalencia e incidencia en diferentes aspectos de la actividad social.
Los estudios epidemiológicos pueden clasificarse por R. Beaglehole y cols. (1994), como de observación o experimentación. En nuestro caso este trabajo se basa en la observación. Describiendo las manifestaciones de la violencia en el fútbol y llegando a un análisis de los factores involucrados en la misma.
Para la determinación de las causas de la violencia en el fútbol empleamos la inferencia causal, para lo cual analizamos diferentes enfoques y explicaciones respecto a este tipo de acontecimiento.
La violencia en el fútbol cobro 80 vidas en los últimos 60 años según refleja A. Bravo. (1997), en el diario Clarín. La mitad de estas víctimas tuvieron lugar en la ultima década. La violencia en el fútbol lejos de disminuir sigue incrementándose. El listado de hechos violentos con consecuencia fatales en los partidos de Fútbol, en otros países abarcaría unas cuantas cuartillas, basta plantear que en 1996 como consecuencia de un incidente murieron en un solo partido en Guatemala 83 personas.
El fenómeno derivado de la participación de los hinchas violentos tuvo un amplio desarrollo sobre todo en Inglaterra durante la década de 1960 para exportarse después, por influencia de las competencias internacionales a otros países.
Según plantea F. Javaloy Mazón. (1996), los medio de comunicación introducen un equivoco al confundir al aficionado de fútbol con el hincha violento. Mientras el primero representa a un genuino aficionado, que asiste al estadio para recrearse con el espectáculo, el hincha violento utiliza el fútbol solo como un pretexto para dar curso a su conducta violenta en las circunstancias del partido.
El fenómeno de la violencia para N. Elias y E. Dunning, (1992), es mejor comprendido desde que se observa no solo como resultado de la frustración social sino también como una manifestación entre otras, de la «búsqueda de excitación en una sociedad nada excitante».
La tesis consiste para estos autores en señalar que las sociedades que presentan un serio control social y autocontrol de las emociones fuertes en sus manifestaciones publicas y en el marco familiar, demandan de un marco de actualización de las reacciones emocionales compensatoria de este control, los individuos colocados en esta circunstancia encuentran en algunos deportes la oportunidad de recrear las emociones lúdicas. Con ello se quiere explicar la participación en deportes de riesgo o incluso otras actividades como la tendencia a apreciar los filmes violentos. En esta misma línea de pensamiento O. E. Klapp. (1986), estudio la probable relación entre la falta de estímulos y el aburrimiento juvenil con el origen de la violencia en el fútbol y otras expresiones de inadaptación.
Un enfoque mas reciente desarrollado por J. Kerr. (1994), analiza el fenómeno de la violencia en el fútbol aplicando la Teoría de la Inversión de M. J. Apter. (1989, 1990), relacionada con la reflexión sobre los fenómenos de motivación y emociones humanas.
En su teoría M. J. Apter. (1989), plantea un conjunto de conceptos que es necesario conocer para su interpretación. Estos son :
Estado de metamotivación, activación sentida y marcos protectores.
a) Estados Metamotivacionales.
Se refiere a aquellos estados emocionales básicos de carácter transitorio que subyacen en una motivación especifica. M. J. Apter. (1989), distingue dos estados básicos opuestos. Télico y paratélicos. Mientras que en el primero la persona se halla orientada hacia una meta, el otro estado la atención se centra en la acción por si misma. En el estado télico, de carácter instrumental, tendemos a actuar de forma seria y planificada, mientras que en el estado paratélico que es mas habitual en el hincha, solemos comportarnos de forma espontanea y lúdica, estando orientados hacia el presente.
Otro estado metamotivacional que predomina en el hincha violento es el de negativismo (opuesto a conformidad), que se define como resistencia o rebeldía contra las normas establecidas.
En un momento determinado el influjo de diversos factores, como la incidencia de un acontecimiento inesperado, puede inducirnos a realizar ciertas compras, se distrae en la calle escuchando a un vendedor ambulante o mirando un curioso incidente, podemos decir que paso del estado télico al paratélico.
b) Activación Sentida y Tono Hedónico.
Se entiende por activación sentida a la capacidad de las personas para percibir el grado de excitación en que se encuentran y es muy importante su aspecto motivacional para llevar a cabo cualquier acto.
La magnitud del grado de activación influye en las aparición de emociones según el estado metamotivacional en que se encuentre las personas. En el estado paratélico un alto grado de activación produce una excitación que conlleva sensaciones placenteras mientras que una activación débil genera aburrimiento y sentimientos displacenteros. En el estado télico la activación elevada produce ansiedad y la baja sentimientos placenteros.
J. H. Kerr. (1995), encontró que las personas paratélicas no solo prefieren grados elevados de activación como formas placenteras de excitación, sino que es mas probable que se expongan a situaciones arriesgadas. El propio J. H. Kerr(1995), encontró en pruebas empíricas que los hinchas violentos tienen una orientación paratélica.
c) Marcos protectores.
Este concepto nos remite al llamativo hecho de que emociones negativas – como ansiedad, ira o miedo – puedan ser interpretadas positivamente y experimentadas como placenteras si se dan en estado paratélico. Ello explica que la gente pueda disfrutar de una película de terror, mientras esta sentado en una butaca en la que se siente bien seguro.
Por medio de un proceso fenomenológico de reenmarque, un participante que se encuentra en el estado paratélico puede reinterpretar el peligro como experiencia regocijante.
Siguiendo estos supuestos psicológicos se explica que el hincha violento necesita de un alto grado de activación el cual provoca mediante cantos, palmadas rítmicas y experiencias nuevas viajando tras su equipo. Lleva adelante todo un conjunto de actividades tendientes a elevar la estimulación sensorial buscando grados mas elevados de activación. Estas estrategias de excitación también estimulan la tendencia a la intrepidez asumiendo riesgos que conllevan peligro.
J. H. Kerr. (1994, 1995), concluyo sus estudios sobre la violencia en el fútbol, planteando la existencia del hincha super violento, caso extremo de violencia. Esta propuesta la formula a partir del «modelo de las adiciones» denominado «manipulación del tono hedónico», elaborado por R. I. F. Brown. (1991), a partir de la teoría de la inversión.
Se trata de un modelo psicológico que sostiene la proposición de que las adiciones, desde las que se refieren al abuso de sustancias, hasta las que conciernen a la dependencia de ciertas actividades, siguen unas mismas etapas básicas en su desarrollo. En resumen, una vez que la actividad violenta en el fútbol se convierte en la única opción posible para manipular su tono hedónico, es posible que dejen de interesarle otros aspectos de su vida cotidiana, como el trabajo, la familia o amigos. Aun cuando su comportamiento en esas esferas sea de una persona estable, madura y equilibrada.
Al analizar los aportes de J. H. Kerr. (1995), por explicar la conducta violenta en el fútbol, encontramos un planteo psicológico de una temática casi siempre desarrollada por la sociología. Es importante destacar que en J. H. Kerr, se puntualizan los aspectos de personalidad en cuanto a la motivación o búsqueda de excitación y no se consideran factores sociales y psicosociales que inciden en el desarrollo de la violencia en el fútbol, lo que conlleva la necesidad de complementar su enfoque con estos factores.
C. Bakker y cols. (1990). Realizan un examen mas amplio del tema considerando los factores situacionales en que se desenvuelven las competencias así como dirigiendo la atención a las subculturas violentas y la conducta de los espectadores. Entre los factores de situación se encuentra la frustración.
Van Der Brug. (1986). Realizo una investigación respecto a estos factores situacionales y la frustración por medio del análisis del contenido de los textos periodísticos de los incidentes ocurridos durante un periodo de 10 años, desde 1970-1980 en Holanda, en los partidos de fútbol. La forma de proceder fue relativamente simple. Para aquellos partidos en los que ocurrieron incidentes se establecieron diversas características especiales. A este fin se considero como incidente cada perturbación desordenada provocada por los espectadores. No se tuvo en cuenta la conducta violenta de los jugadores excepto cuando participaron junto con los espectadores. La agresión verbal, en forma de cantos provocativos y de insultos, quedó también fuera del campo de la investigación. El estudio examino la conducta violenta dirigida hacia los árbitros, los jugadores o los seguidores, la destrucción de material y el lanzamiento de objetos, entro o fuera del estadio, como señal de rabia y violencia.
Los factores siguientes constituyeron los puntos de partida para la investigación: el resultado del partido, la situación cuando ocurrió cada incidente, el momento en que se produjo, las expectativas y preferencias de los agresores y el blanco de la conducta violenta. Los textos periodísticos proporcionaron la posibilidad de determinar la significación de las frustraciones para ala conducta violenta de los espectadores. En la operacionalización del concepto de frustración se empleo el resultado del partido en términos de perdido, empatado o ganado cuando el incidente ocurrió después de terminar el juego. Si el incidente surgió durante el partido se consideró frustrante el tanteo hasta entonces. En la tabla 1 se ofrecen los resultados, estableciéndose la diferenciación entre los incidente surgidos durante y después del partido.

Derrota en goles Empate en goles Victoria en goles Total
Incidentes durante el partido 33 (40,7%) 28 (34,7%) 20 (24,7%) 81 (100%)
Incidentes después del partido 29 (49,2%) 18 (30,5%) 12 (20,3%) 59 (100%)
62 (44,3%) 46 (32,9%) 32 (22,8%) 140 (100%)

En la tabla 1. Se advierte una conexión clara entre incidentes y la derrota ( o su suposición) en el partido. La prueba mas concreta es naturalmente la que proporcionan los incidentes una vez concluido el juego. La mayoría de tales incidentes fueron, desde luego, obra de los seguidores del equipo perdedor. La amenaza de la derrota parece tener también un valor explicativo puesto que, durante el partido, eran los seguidores del equipo perdedor los que cometían los actos violentos. Parece razonable suponer que, en la mayoría de las ocasiones, la derrota se prevé ya durante el juego. Esta suposición encuentra también un cierto respaldo en el hecho que la mayoría de los incidentes ocurridos durante el partido tuvieron lugar en la ultima parte del segundo tiempo. Claramente la derrota es un importante factor explicativo de la aparición de incidentes, pero en si misma no constituye aclaración suficiente. En la gran mayoría de los partidos no se producen violencia. Perder no es tampoco una condición necesaria, dado que no todos los incidentes tienen lugar sobre la base de una derrota. Esto es especialmente valido sobre todo en los sucesos surgidos antes del comienzo del partido, y por esta razón, permanecen fuera de la consideración del análisis.
En la dirección de los factores situacionales tenemos que F. García Ucha. (1996), en una investigación dirigida a esclarecer cuales son las causas que generan la violencia en el fútbol realizo un estudio durante el campeonato de Fútbol en Perú. Por medio de encuestas y criterios de expertos realizadas a jugadores, entrenadores, árbitros y espectadores, obtuvo datos dirigidos a realizar una análisis factorial encontró cuatro factores que aparecen explicados por orden de importancia a continuación.
El efecto de las despersonalización.
El hecho de encontrarse dentro de una muchedumbre hace que los espectadores pierdan su sentido de responsabilidad. Es muy difícil atribuirle a una persona las consecuencias de los daños cuando se encuentra en un grupo en un momento de desorden generalizado.
Para una comprensión de este fenómeno P. Zimbardo,. (1969), desde el punto de vista de la teoría de la desindividualización señala. La contemplación del fútbol satisface por lo general las condiciones des individualizadas siguientes: 1. Un nivel elevado de activación motivacional y emocional y 2. Un gran numero de espectadores., A estas enfatiza el hecho que entre los jugadores de fútbol se rigen fundamentalmente por una norma que permite la conducta emocional e impulsiva. La condición de ser un grupo grande propicia la des individualización de la conducta mejor que en las condiciones de un grupo pequeño. Estas suposiciones son fortalecidas por E. Turner y L. M. Killan (1972), sobre la uniformidad de comportamiento en multitudes. Según ellos, este fenómeno se basa, en buena parte, sobre una ilusión determinada por el hecho de que el observador de la conducta de una multitud se muestra inclinado a atribuir a la mayoría en comportamiento de la minoría que se hace notar.
El espectáculo de la violencia genera agresividad.
Cuando ocurren actos violentos tiene a estimular la agresividad en los espectadores. La escenificación de la violencia fruto en muchos casos de la «explotación» de los medios de comunicación de la misma y constituyen según E. Dunning y cols. (1982,1992), un «amplificador de la violencia» por que exageran los hechos protagonizados por los «hinchas violentos»(que para ellos son hazañas) y brindan de esta forma un patrón para la imitación.
A. Buford. (1991), pudo percatarse en entrevistas a miembros de las barras bravas, como coleccionan los informes de prensa sobre sus aventuras y el status que alcanzaban entre sus seguidores como consecuencia de ser perseguidos por la policía.
Exceso de agentes del orden.
La presión policial sobre los hinchas violentos genera una situación desconcertante ya que lejos de inhibirlos los lleva a reaccionar con violencia. Esta situación es resumida por J. H. Kerr. (1994). «Cuando las autoridades o la policía toman medidas duras para poner las cosas más difíciles a los hinchas, los propios hinchas perciben la situación más interesante y desafiante. Por tanto las medidas intentadas como disuasorias paradójicamente solo añaden a la experiencia de los «hinchas bravos» mas elevados niveles de activación…» Ello puede provocar un efecto en espiral creciente.
La ubicación de los fanáticos.
La proximidad de los fanáticos facilita la expresión de la violencia, que en ocasiones puede manifestarse por ataques verbales y culminar en el daño físico. Una conducta de ataque o contraposición ocurre mas frecuentemente cuando el espacio es prácticamente compartido por hinchas de diferentes equipos. En las mismas pueden anticiparse con mas exactitud las señales anticipatorias y mutuas que preceden la violencia. H. Blumer (1969), hizo énfasis en su teoría del contagio de las emociones como un esquema referencial para explicar estas reacciones.
Factores relativos a las subculturas violentas
Continuando con F. C. Bakker. (1990), pasaremos analizar los factores relativos a las subculturas violentas y asistencia a las competiciones deportivas.
A juzgar por lo analizado anteriormente es evidente que los factores situacionales pueden contribuir a la violencia en el fútbol. Pero semejante enfoque no permite conocer porque determinados números de jóvenes se ven repetidamente envueltos en incidentes que tienen lugar en los partidos fútbol. La necesidad de semejante explicación es muy acuciante no solo desde el punto de vista de la curiosidad científica sino también para tomar decisiones políticas responsables que estén basadas en los descubrimiento de las investigaciones.
Existen diversas nociones acerca de las causas de las violencias del fútbol. Inicialmente se pensó que el juego duro en el campo constituía la raíz de la conducta violenta de los espectadores. Mas tarde se prestó atención a la existencia de subculturas violentas entre grupos especificas de jóvenes.
Factores de orden económico, bien desarrollando la libertad económica de los jóvenes o bien colocándolos en una posición critica permite el desarrollo de diferentes subculturas. Por ejemplo, Los cabezas rapadas.
Esto supone al mismo tiempo, y junto a un debilitamiento del esquema de valores tradicionales, una disminución del control social. Existe indudablemente un efecto tanto directo como indirecto. Muchas actividades tienen lugar fuera del alcance de los observadores supervisores mientras que además, hay una falta de claridad respecto a la conducta deseable y la indeseable.
Van der Brug y Marseille, (1983). Realizaron un estudio en Holanda con 268 seguidores de 4 clubes de fútbol y encontraron algunas variables significativas. La edad de los espectadores violentos era de 16-18 años. Estaban mas interesados en la victoria de su equipo que en disfrutar del partido. Presentaban u nivel económico bajo. Malas relaciones con los padres, quienes no pueden ejercer un control social sobre ellos e inadaptación a la escuela. Las personas que presentan actos violentos en los partidos de fútbol resultaron también violentas en otras actividades y contextos no deportivos. Estos autores llegaron a la conclusión que las causas de la violencia en el fútbol están intensamente imbricadas con cambios y procesos.
Un modelo teórico acerca del espectador violento es desarrollado por Y. Simons y J. Taylor (1992). Plantean estos autores que el espectador violento es el resultado de un numero de factores psicosociales. El lugar fundamental de estos factores es su potencialidad. Estos factores abarcan variables psicosociales que predisponen a las personas a ser violentas, factores tales como el bajo status socioeconómico, la ideología política, las normas, etc. Ocupan un primer plano. El segundo grupo de factores se relaciona con la identificación de las personas con los rendimientos exitoso o fracasos del equipo de fútbol, y los jugadores, lo que incrementa las tendencias a la violencia. Acorde con Y. Simons y J. Taylor (1992) el alto grado de identificación al equipo lleva a la formación de grupos de solidaridad. El surgimiento del grupo de solidaridad contiene dos componentes importantes. Primero, el espectador comienza a desarrollar creencias, sentimientos y sistemas de soporte a su equipo. Esto es, el grupo comienza a desarrollarse como una unidad cohesionada. Segundo, comienza a percibir la hostilidad de los grupos contrarios y esto desarrolla en el espectador la actitud de «estar contra ellos».
El espectador alcanza a sentir su pertenencia al grupo de solidaridad. Y. Simons y J. Taylor (1992) creen que ellos están dispuestos a sentir al desindividualización. Desindividualización es un estado mental caracterizado por miembros de un grupo, sienten su anonimato y una baja autoconciencia. Cuando el individuo esta en un estado de desindividualización ellos frecuentemente muestran conductas que ellos normalmente no pueden exhibir. Acorde con Y. Simons y J. Taylor, la elevada identificación con el equipo deportivo, la fuerza del grupo de solidaridad y los sentimientos de desindividualización resultan en una oposición deshumanizada. Fanáticos y jugadores representan un equipo de oposición que esta dirigido por una baja concepción humana, como resultado, resuelve acometer con violencia a su oponente.
En esta circunstancia diversos factores dentro de la situación del partido, o sea dentro del campo de juego o fuera de ella contribuyen al desencadenamiento de la violencia. En lo que concierne a los factores externos al campo del partido Y. Simons y J. Taylor (1992) establecen el consumo de alcohol, frustración por los resultados del equipo, y modelos de comportamientos agresivos de otros espectadores que pueden llamar a un incremento de las tendencias violentas del espectador. De los factores que están en el campo de juego. Estos autores presentan una lista de tipos de acciones deportivas. Por ejemplo, la agresividad o no agresividad en el modelo de conducta del jugador, y los resultados del partido como un potencial facilitador de la violencia.
En un punto de este modelo, es introducida la importancia del liderazgo. Y. Simons y J. Taylor (1992) argumentan que el componente clave de este modelo es la emergencia de un líder. Sin dudas, estos autores establecen que «esta presentemente propuesto que la aparición de un líder es el mas critico de los factores en que ocurra la violencia por parte de los fanáticos. De acuerdo con estos autores, durante los estadios preliminares de este modelo, el liderazgo tiene un potencial elevado para la aparición de la violencia. Para ellos ciertos individuos en el contexto deportivo tienden a instigar a la realización de la violencia.
Propuesta para una solución desde la óptica psicológica.
P. C. Terry y J. J. Jackson (1985). Evaluaron la importancia de un numero de factores que contribuyen a remediar la violencia en el fútbol. Estos factores abarcan desde los aspectos psicológicos, sociales y valores morales.
En la perspectiva psicológica tenemos a :
R.I. F. Brown (1991b), plantea tres etapas de intervención destinadas a romper el monopolio motivacional creado por la adición al fútbol:
Cese de la actividad violenta y búsqueda de actividades re-compensadoras alternativas que no sean de tipo antisocial y proporcionen una activación elevada.
Manipulación del tono hedónico por medio de la participación en una actividad alternativa que pueda resultar mas eficaz y consecución de una mejor tolerancia de los estados de humor disfóricos.
Mejora en la calidad de vida. Sin embargo, es posible que el sujeto sufra recaídas al verse expuesto a ciertos estímulos que resultan claves para él, como el contacto con otros hinchas, antiguos compañeros o algunos reportajes de prensa y televisión en el fútbol.
No deja de reconocerse que estas medidas y sistemas de intervención están demasiado colocados en una perspectiva psicológica que los hace vulnerable a su no realización al menos que los participantes deseen entrar en este programa.
Un conjunto de recomendaciones practicas y relacionadas con el control de las condiciones de la actividad la aporta el trabajo de D. L. Wann, (1993)
Limitar la venta de alcohol, especialmente en el contexto del partido. Los estudios plantean que el incremento del alcohol puede estimular la violencia.
La capacidad de los estadios no debe ser rebasada.
Los medios de difusión no deben acentuar la adversidad y animosidad entre los competidores. También, los medios no deben de focalizar innecesariamente en la violencia de cada evento porque la glorificación de la violencia en el deporte tiende a incitarla.
Las autoridades en los estadios deben de asegurar las condiciones para controlar la violencia en los estadios y deben de retirar a los que inciden en ella.
Debe monitorearse las conductas de los jugadores y entrenadores, intentando modificar las mismas, ya que son un modelo para los espectadores.
Por esta mismas razón debe monitorearse el comportamiento de los líderes dentro de la hinchada.
Es necesario capacitar a los árbitros y oficiales para que no realicen falsas o injusta llamadas. Esto genera en los espectadores un estado de frustración que desencadena la violencia.
Promover la idea que el esfuerzo del equipo es mas importante que los rendimientos del juego.. De esta forma los espectadores se van a sentir menos frustrados cuando el equipo no gane.
Tomar medidas para que no se incremente el nivel de activación durante el partido por medio de los ruidos, voladores la agitación de los fanáticos, etc. El incremento del nivel de activación facilita que pasen a la violencia.
Si es posible separa los lugares donde se sienta la hinchada de un equipo u otro dentro del estadio.
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Saludos:
Dr. Francisco Enrique García Ucha.
Lic. Nelly Giscafré