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La Psicología del Deporte en el próximo milenio.

Congreso internacional.  Psicología de la actividad física y del deporte. Universidad Autónoma de San Luís Potosí.
Conferencia impartida por el Dr. Francisco Enrique García Ucha.
28, 29 y 30 de Octubre 1999
Durante los años 80 muchos especialistas se dedicaron a plantear cuales serían las perspectivas de la Psicología del Deporte en la década del 90. De ellos J. Duda, en 1982, E. Ruemmele, en 1987, W. B. Strean, y G. C. Roberts., así como G. Schilling y R. Singer en 1992 y 1993 y otros autores, que nos llevarían a una lista casi interminable, trataron el tema, colocando en evidencia la preocupación por el futuro de esta especialidad de las Ciencias Psicológicas.
Para algunos los años 90 representan un avance totalmente decisivo de la Psicología del Deporte, la cual debería crecer en:
La ampliación del campo de investigación con un número mayor de tópicos incluyendo el rendimiento en el aprendizaje motor, contemplando además la actividad física como un medio para mejorar la calidad de la vida.
El desarrollo de estudios interdisciplinarios.
La introducción de la Psicología del Deporte en todas las manifestaciones del deporte con énfasis en el deporte escolar, recreacional y popular.
La aparición de enfoques teóricos y metodológicos que facilitaran las tareas de campo existiendo una mayor colaboración entre la teoría y la práctica.
La aplicación de los resultados obtenidos en el deporte a otras áreas de la actividad humana.
Como soporte de todo este proceso de desarrollo y expansión, la creación de programas de formación académica para psicólogos del deporte.
Estos cambios progresivos se entronizaron con una gran aceleración, contando para ello, según R. Singer, (1989), con el poderoso potencial que brindan los psicólogos del deporte, ya que pertenecen a un campo novedoso dentro de la Psicología donde la exploración y el descubrimiento constituirán una fuerte motivación para la germinación de nuevos conocimientos y su aplicación.
Este desarrollo acelerado tendría un impacto considerable sobre la amplitud y calidad de las investigaciones, programas de formación académica y servicios aplicados al deporte.
En muchos sentidos la década del 90 cumplió con esas expectativas.
Se celebraron una cantidad extraordinaria de eventos científicos dedicados a la Psicología del Deporte y con un creciente numero de participantes. Por ejemplo, la XII Conferencia de la Asociación para el Avance y la Aplicación de la Psicología del Deporte celebrada en San Diego California, en setiembre de 1997, donde participaron 661 delegados de 150 países. Fue un Congreso de alto nivel científico, con trabajos originales y que permitió observar como los psicólogos del deporte unen las aplicaciones de la Psicología al deporte, y se introducen en el campo de practica de entrenamiento y competencia, realizando un reconocimiento absoluto a la necesidad del trabajo en el terreno en la que tanto énfasis hicieron los psicólogos de los antiguos países socialistas y en occidente R. Martens (1987).
Por otra parte, en estos momentos un número considerable de Universidades tiene programas para obtener el grado de Doctor en Psicología del Deporte, Maestrías y cursos de Postgrado. Tanto en países desarrollado como en vías de desarrollo, aun cuando estos programas de formación pueden en algunos casos no responder de forma puntual a los requerimientos de los servicios que deben brindar los psicólogos.
Hay una creciente ola de publicaciones tanto en libros como revistas dentro de la especialidad, además llevada a grados superlativos desde el punto de vista tecnológico gracias a las fabulosas bondades de Internet.
Durante la década los psicólogos del deporte fundaron organizaciones y federaciones no solo en los países donde estas ya habían proliferado sino hasta en los países más lejanos y atrasados económica y socialmente.
En la actualidad en los países desarrollados existe un número creciente de deportistas y entrenadores que emplean a los psicólogos del deporte para auxiliarse en mejorar su actuación en las competencias y entrenamientos, se solicita con cierta urgencia dirigir y controlar el estrés y ansiedad de manera efectiva, mejorar la concentración y motivación, incrementar la autoconfianza y lograr una adecuada comunicación entre los deportistas y estos con los entrenadores.
Tres décadas atrás muchos deportistas en países desarrollados no brindaban atención a la Psicología del Deporte, bien no era lo suficientemente comprendida o no tenía credibilidad para ellos; hoy existe una mayor comprensión de los programas de entrenamiento psicológico, tomándose este como un eslabón esencial de la preparación deportiva.
Lo que produjo el cambio más importante y que dio lugar a esta toma de conciencia por parte de entrenadores y deportistas se relaciona con que hace 10 años se viene desarrollando una mayor integración entre los especialistas del deporte y los psicólogos, así como la aparición de un lenguaje común que facilita la comprensión entre los psicólogos y los deportista y entrenadores. Se estructuró una definición de las principales herramientas empleadas por los psicólogos en las intervenciones psicológicas y se mostró su aplicación práctica.
A principio de los años 90 las solicitudes de servicios psicológicos aumentó significativamente cuando los entrenadores y deportistas podían reclamar para qué deseaban los servicios un psicólogo.
Los deportistas de élite y entrenadores no tienen generalmente una comprensión exacta de las bases teóricas de la Psicología del Deporte pero ellos están familiarizados con la aplicación específica al deporte, tales como la visualización, la relajación y el empleo de otras intervenciones.
Para muchos los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Ángeles sirven como punto de referencia para hablar de una introducción relevante de la Psicología del Deporte en el Movimiento Olímpico. El empleo de la Psicología del Deporte por la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Alemania Democrática, EE.UU. y otros países se puso de manifiesto.
El Comité Olímpico de EE.UU. incluyó una fuerte delegación de psicólogos dentro de su representación a la competencia.
Se clarificó que la Psicología del Deporte podía contribuir a asegurar los rendimientos deportivos. Una revisión de la literatura sobre rendimiento máximo indica que los deportistas exitosos tienden a tener altos grados de autoconfianza, están más orientados en su foco de concentración en la tarea deportiva, tienen una menor tendencia a distraerse y poseen una gran habilidad para dominar su ansiedad. Se caracterizan como personas con un pensamiento positivo sobre su ejecución, determinación y compromiso comparados con los deportistas que tienen bajos rendimientos. Poseen habilidades de percepción superiores. Estas características psicológicas en dependencia de ciertos atributos de la personalidad del deportista pueden desarrollarse por medio del entrenamiento psicológico apropiado.
En Latinoamérica, también un número mayor de psicólogos se dedican a la práctica de la Psicología del Deporte, en muchos casos lejos del campo deportivo; atendiendo a los deportistas en un consultorio. A veces hasta en contra de su propia voluntad.
En este sentido se reconoce la necesidad del trabajo de campo pero éste no es lo suficientemente remunerado como para abandonar a los clientes que se encuentran en el consultorio.
Además, se avanzó en aspectos relacionados con las normas éticas que debe regir el trabajo de los psicólogos en el deporte.
Al referirnos de esta forma a la Psicología del Deporte en los años 90 se trata de brindar un escenario mediante el cual podamos tomar la perspectiva del próximo milenio, a comenzar dentro de unas pocas semanas.
En este sentido es necesario señalar que los logros de la Psicología del Deporte no pueden explicarse exclusivamente por la propia actividad de los psicólogos o de sus organizaciones, sino además y de forma determinante por el desarrollo actual del deporte en todas sus manifestaciones y en el contexto social, económico, cultural, político y hasta por factores de orden geográfico, lo que nos lleva directamente a la necesidad de una visión ecológica de la Psicología del Deporte.
Una gran cantidad de problemas coloca en crisis el deporte en el mundo actual, y de manera especial en América Latina.
La violencia en los escenarios deportivos, el profesionalismo, los estímulos monetarios extraordinarios que aparecen en algunos eventos deportivos, y de los cuales no escapa el deporte juvenil, el campeonísimo, nuevas versiones del doping, el robo de los talentos deportivos de nuestros pueblos para que representen a las superpotencias, el debilitamiento de los valores esenciales del deporte, etcétera.
Estos problemas reclaman a las Ciencias Sociales y a la Psicología del Deporte, entre ellas, reforzar el fin básico de la actividad deportiva. La formación integral del hombre.
En Cuba, también de manera particular la Psicología del Deporte tiene amplias tareas que acometer. Frente al bloqueo económico y las dificultades para asegurar todas las posibilidades necesarias para el desarrollo del Deporte.
Los psicólogos trabajan para garantizar las potencialidades psicológicas que los requerimientos deportivos conllevan para nuestros deportistas, además realizar las tareas necesarias para asegurar nuestras reservas deportivas y apoyar de manera decisiva la selección e identificación de los talentos deportivos.
La Psicología del Deporte en Cuba emerge en el empeño por el desarrollo y consolidación del movimiento deportivo cubano como una fuerza más que contribuye a asegurar el proceso pedagógico y educativo del deportista y sus resultados en entrenamiento y competencia.
No es mi intención que al propalar estas ideas se entienda que tienen como propósito que otros nos imiten. Los cubanos somos amantes del pensamiento libre y creemos que cada sociedad debe elaborar de forma creativa las diversas variantes de solución a sus problemas y su desarrollo.
Hoy el mundo enfrenta un proceso de Globalización en lo económico, cultural, político y también, en el Deporte, lo que determinará la calidad futura de esta actividad y de las ciencias vinculadas a ellas.
El neoliberalismo económico esta más que presente en el deporte y con efectos negativos. Por ejemplo. En fútbol, ya no interesa el perfeccionamiento de la preparación deportiva, el deportista vende su talento. Si las cosas salen mal queda fuera y se busca a otro que sea capaz de satisfacer las necesidades de los directivos, del club o de la organización. Lo importante es que el deportista «pueda lograrlo» y no «como podemos hacer que lo logre».
Al respecto un colega plantea: «Después de varias temporadas en relación con el fútbol regional he ido, poco a poco, reforzando una idea que tenía en la cabeza desde hace años: la ignorancia mezclada con el dinero es una bomba. En muchas ocasiones los conocimientos con los que trabajas se escapan de la comprensión del entrenador o de los directivos. Esto no es nada nuevo. Puede ocurrir en otros deportes (como así ocurre), como es natural que ocurra. Pero en ningún deporte existe una tendencia igual a solucionar los problemas por la fuerza bruta: con más medios, más dinero, más jugadores, otro entrenador, otros directivos, otros árbitros, etc. Supongo que en otros países será otro deporte el que funcione de esta forma, el que tenga más dinero».
Ante esta circunstancia qué importancia podrá tener la preparación mental del deportista?
A principios de este año, exactamente en el mes de abril pude realizar una gira por tres países latinoamericanos en los que compartir con un buen número de psicólogos del deporte, en sus organizaciones, universidades, centros de alto rendimiento deportivo y clubes deportivos.
Obtuve una visión de la situación en que se encontraba en estos países el desarrollo de la Psicología del Deporte e incluso posteriormente a esta gira, me comuniqué con un grupo de psicólogos del deporte, planteando las vivencias recogidas durante el viaje y propiciando el análisis, discusión y enriquecimiento de estas por estos especialistas.
Los puntos básicos se referían a:
Cada día hay un número mayor de psicólogos interesados en la Psicología del Deporte, e incluso mostrando un mayor deseo de formarse desde el punto de vista académico en esta especialidad.El problema más agudo en el campo de la Psicología del Deporte parece residir en la inserción del psicólogo en los equipos deportivos, las relaciones con deportistas y entrenadores y para ello la necesidad de un encuadre adecuado de la tarea.
Muchos psicólogos, por diversas razones, no trabajan vinculados directamente a la actividad del deportista, lo que limita sus posibilidades para la preparación mental.
Los entrenadores están muy interesados en encontrar respuestas a los problemas psicológicos que se presentan en la actividad deportiva y en ocasiones las soluciones de los psicólogos se alejan de dicho interés para centrarse en aspectos relativos mas bien a la psicología clínica o la psicometría.
Los entrenadores que muestran una valoración más positiva por la psicología son entrenadores del deporte infantil o de adolescentes.
Inmediatamente recibí respuestas de psicólogos del deporte de otros países Latinoamericanos que reportaban las mismas impresiones que las obtenidas por mí.
Siguiendo esta línea de pensamiento acerca de las insuficiencias de la Psicología del Deporte en Latinoamérica, unos días después tuve que escribir un articulo. «Apuntes para la Historia de la Psicología del Deporte» y allí realicé unas reflexiones además de las antes señaladas basadas en una experiencia de más de 9 años como profesor en la capacitación de psicólogos del deporte.
A nuestro modo de ver una de ellas está relacionada con los inconvenientes que en ocasiones aparecen entre los psicólogos clínicos vinculados a la Psicología del Deporte. Es notorio que muchos asumen tareas en el área del deporte aun sin tener una formación adecuada en Psicología del Deporte, y de ello se derivan ciertas dificultades:
El psicólogo clínico trata de llevar al deportista las experiencias que acumuló en su especialidad sin comprender que las reacciones psicopatológicas de los deportistas no son en lo absoluto comparables con las de sus pacientes.
El espacio fundamental en que se mueven es el relacionado con la Clínica, por lo que no pueden ver con facilidad aspectos de la tarea del psicólogo que son asumibles y significativas en esta área. Por ejemplo, el aseguramiento de las capacidades cognitivas para el perfeccionamiento de las acciones técnicas y tácticas, las respuestas psicológicas a las cargas, etcétera.
No logran con facilidad comprender e incluso actuar en el trabajo de campo, es decir en los lugares de entrenamiento y competencia.
Por ejemplo, el psicólogo clínico atiende sus pacientes en el intervalo de una hora de sesión de terapia, en su gabinete, al terminar la misma sesión debe pasar otro paciente con problemas diferentes. Al sustituir el paciente o cliente a otro puede abandonar por un lapso de tiempo el encuadre y pasar a una situación no operativa. Su labor culmina al terminar la consulta.
En el deporte el psicólogo puede pasar horas y horas, y aún varios días con los deportistas (no pacientes pero si clientes) y durante todo ese período es necesario mantener el encuadre de la tarea, controlar las expectativas acerca de su labor y su credibilidad.
De manera que aún cuando el psicólogo clínico tiene grandes posibilidades para el estudio diagnostico y la comprensión del caso individual no puede abarcar en toda su complejidad los numerosos factores psicológicos que están implicados en la actividad deportiva. Hasta tanto no alcancen una formación académica adecuada.
Un colega me plantea: «Una cosa que siempre me ha sonado es ¿los deportistas sienten que nuestra labor responde a sus necesidades? Yo pienso que sí, nuestra labor responde a sus necesidades, pero a veces esto queda desconectado. El psicólogo explica a los deportistas los efectos de niveles elevados de estrés, la conveniencia de mantener un nivel elevado del mismo, pero no lo lleva a que pueda hacer su transferencia a su experiencia deportiva concreta y a aplicar distintas técnicas en el campo mismo o escenario deportivo. Esto veo que pasa en mi país con algunas intervenciones. Es necesario más retroalimentación sobre nuestro trabajo, que el deportista perciba las diferencias de trabajar con un psicólogo del deporte y que nosotros sepamos si vamos o no por buen camino».
Por otra parte, en ocasiones, lamentablemente psicólogos que fracasan dentro de la clínica u otra especialidad, debido a que no poseen la excelencia requerida en cuanto a sus conocimientos ni las habilidades personales que exige la profesión de psicólogo, pretenden encontrar en la Psicología del Deporte un área donde puedan llegar a tener éxito y no se percatan de que se encuentran precisamente en un área que tiene una extraordinaria complejidad ya que el deporte posee valores propios como subcultura, que hace muy difícil encontrar un encuadre adecuado a la misma sino se tienen experiencias o conocimientos previos en este campo y que tiene profundos requerimientos a la personalidad del psicólogo.
Todo esto demanda de un profesional de alta pericia y capacidad para saber sostener la dirección y regulación de su actuación.
Al respecto me planteaba un psicólogo: «Yo tengo una sólida formación psicoanalítica, pero es muy poco lo que aplico con los nadadores y futbolistas juveniles con los que trabajo hace años, en una institución reconocida del Deporte. Se trata de otro sujeto, otro discurso otro campo, otro encuadre, por ende otra metodología de acción muy basada en la observación, la toma de tests, intervenciones cognitivas y sistémicas en el aquí y ahora. Por eso debemos diferenciar claramente el campo clínico del deportológico. Cuando a mí me preguntan si hago diván con los deportistas… respondo: ‘sí, para las visualizaciones…’»
Otro colega me decía: «Con lo difícil que es asentarse en este campo, lo que más molesta es encontrar deportistas o entrenadores que te cuentan su experiencia con un psicólogo mediocre o malo. El deporte es un medio muy exigente. Esto condiciona al psicólogo a tener que actualizarse, mejorar, aprender de cada intervención, cada día, porque no se pueden desaprovechar las pocas oportunidades que hay (de momento)».
El grado de toma de conciencia de estos aspectos por los psicólogos y quienes dirigen sus organizaciones como de las universidades va a permitir que se haga un énfasis cada vez mayor en la formación académica de los psicólogos y que a la vez ésta se corresponda con los problemas que debe enfrentar en su actividad profesional sea esta aplicada o teórica.
A partir de los aspectos planteados podemos plantearnos que en el próximo Milenio la Psicología del Deporte deberá de resolver un conjunto de aspectos básicos que darán lugar a:
Aparición de programas de formación académica que sean idóneos a la capacitación de los psicólogos del deporte y que desde luego contemplarán en su capacitación la adquisición de una visión de qué es el deporte, sus valores, su cultura, etc. Esta formación debe permitir el trabajo con especialistas de otras ramas de las Ciencias del Deporte.Una mayor exigencia acerca de la competencia profesional de los psicólogos del deporte. Incluyendo las implicaciones éticas de su rol. Como señala J. Cruz (1997). Los criterios de acreditación de los psicólogos y la evaluación de los resultados de su labor van a permitir un aumento de la credibilidad y reconocimiento de quienes trabajan en este campo. Para J. Pallares Mestre, la aplicación de la Psicología del Deporte debe lograr que sea dirigida desde organizaciones profesionales directamente implicadas que vele por el estatus de disciplina científica y por la calidad de los servicios ofrecidos a los deportistas y entrenadores y otros participantes de la actividad deportiva y la Educación Física.
Desarrollo de la investigación básica con el propósito de establecer un marco teórico dando respuesta a las insuficiencias actuales. Una de las características en el campo de la investigación se relaciona con una gran cantidad de estudios que acumulan un volumen amplio de información en ocasiones contradictorios o polémicos y donde aún no se llega a elaborar los supuestos teóricos necesarios que permitan una correcta interpretación de los resultados obtenidos en estos estudios. Este momento en el desarrollo de las investigaciones será superado como en otras áreas de las Ciencias Psicológicas, las que tendrán un enfoque teórico y metodológico diferente, ya no tan vinculado a lo cuantitativo y a la vez sin seguir los modelos de las Ciencias Duras como la Física y la Matemática. Se incrementara el empleo de métodos cualitativos para la descripción de los datos en el conocimiento acerca de los deportistas y de los logros en el deporte. Estos aspectos fueron señalados por R. Singer (1993). Por ejemplo se puede apreciar como plantean C. Mayor, y E. Cantón, (1995). En estos momentos existe… «Una acusada tendencia a la integración de perspectivas teóricas y metodológicas y una propensión, igualmente decidida, a analizar procesos de la motivación y emociones en su interrelación con los restantes procesos psicológicos básicos y particularmente los de naturaleza cognitiva. Esta segunda dirección ha venido auspiciada por dos hechos fundamentales: El primero, la recuperación de la acción como unidad de análisis y de la actividad como objeto de estudio de la psicología, frente a cualquier reduccionismo conductual o fisiológico. El segundo hecho es el recurso a modelos historiográficos como los «programas de investigación» (Lakatos) y las «tradiciones de investigación» (Laudan) que evitan los sesgos introducidos por los «paradigmas» (Kuhn) como modelo explicativo del desarrollo de la psicología y que, frente a la idea de la supervivencia del paradigma más fuerte y la desaparición de los restantes, suponen la convivencia durante tiempo entre distintas aproximaciones (Tortosa, Mayor y Carpintero, 1990).»
En el plano metodológico J. Riera y J. Cruz (1991) y F. García Ucha (1996), nos indican que las evaluaciones se realizarán bajo la óptica del método clínico, que implica el estudio del deportista por diferentes técnicas y durante un tiempo prolongado. Con ello se logrará una visión metodológica, que logre la integración de la investigación y el diagnóstico en el sujeto individual.
Desarrollo de investigaciones y trabajos prácticos en equipos multidisciplinarios. Por ejemplo, fisiología, bioquímica, kinesiología, pedagogía, deberán aglutinarse alrededor de los problemas fundamentales del deporte dando como resultado una comprensión más clara de los mecanismos y procesos involucrados en la práctica del deporte. Se desarrollaran nuevas alianzas entre ciencias. Por ejemplo, las neurociencias del comportamiento. Ello contribuirá a una concepción más precisa de las relaciones cuerpo-mente. Los avances e investigaciones de la genética al insertarse en el campo del deporte pondrán en evidencia un conjunto de descubrimientos mediante los cuales poder explicar el peso de los factores genéticos en interacción con otros factores, incluyendo los psicológicos. Esto no quiere decir que sea posible la manipulación del comportamiento por medio de la genética, pero si nuevos conocimientos encaminados a la predicción de los fenómenos que tienen lugar en el deporte (T. R. Scott, 1991)
La producción de conocimientos dentro del área de la Psicología del Deporte va a dar lugar que surjan las Psicologías del Deporte, es posible ya definir algunas de estas psicologías. Por ejemplo, La Psicología Social en el Deporte, La Psicología del Deporte Infantil, Psicología Cognitiva del Deporte. Los especialistas de estos diferentes campos podrán interactuar y el resultado será una mejor comprensión del conocimiento y de los procesos involucrados bajo las condiciones específicas de los objetos de investigación de estas ramas. Es posible el surgimiento de psicologías específicas a los deportes más importantes. Por ejemplo. Psicología del Fútbol, Baloncesto, Tenis de Campo, etc. Este proceso de descentralización de la Psicología del Deporte estará apoyado precisamente por un proceso similar en el campo de la Psicología, donde también surgen nuevas ramas y una tendencia mayor a la especialización dentro de las ya existentes. A ello contribuye la expansión, transmisión y reproducción de los conocimientos científicos por medio de los modernos sistemas informáticos.
Las intervenciones psicológicas alcanzarán un singular significado al tratar de activar las reservas psíquicas de los deportistas como única vía de lograr rendimientos superiores debido a que resultará muy difícil el empleo de sustancias y medios bioquímicos para alterar el estado físico y psíquico de los deportistas en las competencias dado el refinamiento de los controles antidoping. Resultará necesario el empleo de las reservas naturales antes señaladas y que se relacionan con la esfera psicológica del deportista, su voluntad, motivación y capacidades intelectuales.
Los resultados obtenidos en el campo de la Psicología del Deporte se generalizan a otras áreas de la actividad humana, sobre todo en la referida a la búsqueda de rendimientos en la educación, arte, trabajo, salud y la vida en general. Contribuyendo así a un mundo mejor.
Los psicólogos del deporte encontrarán en el deporte infantil y en la promoción de la salud por medio del ejercicio físico, un campo propicio para su labor.
El deporte profesional no parece ser un campo que facilite la aplicación de la Psicología del Deporte. Muchos eventos deportivos de carácter profesional emplea más las reglas del Neoliberalismo que una concepción Humanista del Deportista. Se contrata a quien puede brindar los mejores resultado y se desecha a quienes no dan una respuesta a la altura de las expectativas de los directivos del deporte. Para esta concepción del deporte la presencia del psicólogo no constituye una necesidad. De manera que si se generaliza el profesionalismo en el deporte de alto rendimiento es muy posible que se contraiga el desarrollo de la Psicología del Deporte en esta área de la actividad deportiva.
Estas son a nuestro juicio las circunstancias y los retos por los que tendrá que transitar nuestra Psicología del Deporte en el próximo Milenio.
Bibliografía.

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    Saludos:
    Dr. Francisco Enrique García Ucha