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«El principio de Dilbert» de Scott Adams su Planteo.

«Trabajé en un cubículo durante diecisiete años. La mayoría de los libros de negocios los escriben asesores y profesores que no han pasado mucho tiempo en un cubículo. Esto es como escribir de primera mano sobre los entresijos de la ingeniería aeronáutico basándose en el hecho de que una vez construyó una maqueta de avión. Yo he volado varias veces en primera».


De manera que algunos hablan de un tema, de un proceso, de alguien sin tener una vivencia clara de lo que opinan.


Esto ocurre, también, a mi juicio con algunos autores de los libros de Psicología del deporte de Alto Rendimiento que han estado muy poco tiempo o ninguno con un deportista de elite.

Motivación y Auto Confianza.

Es provechoso llegar a profundizar y que las experiencias prácticas acompañen lo que se diga, por ejemplo sobre la esfera de motivación de los deportistas y el carácter mediador de la auto confianza.
Las formaciones psicológicas que se encuentran presente en la esfera de motivación del deportista juegan un papel innegable en el desarrollo de los estados psicológicos que propician el empleo de los recursos psicológicos y físicos del deportista, ocupando de esta forma un lugar significativo en el trabajo de entrenadores y psicólogos.

Los entrenadores requieren de una preparación y superación especial para alcanzar una comprensión rigurosa del desempeño de estas formaciones en el comportamiento del deportista. 
Razón por la cual, muchos psicólogos del deporte dedican gran parte de su labor de investigación y de adiestramiento académico a los entrenadores sobre estos temas como a la vez acometen trabajos prácticos en las condiciones de la propia actividad deportiva.

Las relaciones adecuadas entre deportistas y entrenadores se identifican por un lazo común, fundado en la confianza, el respeto, la comprensión, y la disposición de trabajar juntos, lo que se relación con la toma de conciencia de que se debe realizar para alcanzar las metas que conlleva el oro olímpico.
La literatura científica dedicada a la esfera de motivación de los deportistas cada vez se hace más extensa y lamentablemente a veces contradictoria y polémica lo que no evita una acumulación de conocimientos y tecnología «acabada» que brinda frutos favorables a la preparación deportiva.

En este sector, se elaboran cada día nuevas categorías psicológicas que permitan una explicación plausible de los fenómenos psicológicos observados. Se elaboran nuevas hipótesis y supuestos tanto surgidos en el campo de la Psicología General, de la Personalidad o la propia Psicología del Deporte.


Los psicólogos se interesan en la motivación para conocer por qué existen comportamientos dirigidos a la búsqueda de ciertos objetivos y cuál es la intensidad en que este comportamiento se caracteriza.
Para los entrenadores las alternativas básicas sobre motivación no se alejan de las del psicólogo. 

Hay que conocer por qué un deportista manifiesta interés por una actividad y por otra no. Y hasta donde llega su grado de aspiración en alcanzar los objetivos o metas que se ha propuesto.
Es obvio, por las investigaciones planteadas, que motivos aislados no son los determinantes de tales comportamientos y que es necesario caracterizar e identificar las configuraciones de motivación que tiene contenidos diferentes que emanan de las diversas formaciones de la motivación y de las peculiaridades de regulación de la personalidad. 

Así, los principales sistemas de motivación no actúan de manera aislada sino en interacción dinámica.

Entonces, el problema radica en determinar cuales son las acciones mediáticas que el entrenador y el psicólogo realicen para que resulten suficientes para llevar a los deportistas a la práctica del deporte. A pesar de las posibles faltas de habilidad, destreza, resultados deficientes, fallos y errores. 

Para quienes ya manifiestan un interés sobre una actividad deportiva se podrá accionar con el propósito de mantener y estimular sus motivos, proponiéndoles que acometan las actividades en las cuales hallarán los medios apropiados para su realización personal y social.

Las preocupaciones de los entrenadores se concentran en los problemas relacionados con la estabilidad del comportamiento fruto de la esfera de la motivación. Por ejemplo: ¿Por qué algunos invierten toda su energía en lograr las metas? ¿Por qué otros se abandonan ante los primeros obstáculos?

De esta forma, es una interrogante saber definir estrategias que permitan mantener y elevar el grado de implicación de los deportistas en las tareas deportivas.

Estas son altamente complejas por muestra el desarrollo físico, psicológico, profesional y los estudios del deportista. Una relación  afectiva y responsable facilita el logro de los objetivos deportivos y de la formación de la personalidad  ayudará a desarrollar la concentración, la maestría deportiva, el desarrollo emocional, pensamientos productivos, la confianza, y, la resiliencia, y el afrontamiento de los retos  deportivos y de la vida. .

Algunas de las variables mediadoras que participan en la cuestión anterior y que deben de ser tomadas en cuenta para el desarrollo de dichas estrategias se encuentran: 

– El mantenimiento de la motivación intrínseca. 

– El control de la acción. 

– La autoconfianza. 

– La formación de objetivos. 

Debido al limitado espacio de exposición en los límites digitales del post, dedicaremos nuestra atención la auto confianza.

Para desarrollar la motivación y la responsabilidad, se sugiere trabajar sobre la auto confianza.

Las posibilidades para la acción y las potencialidades funcionales de una persona se definen en muchos casos por la auto confianza. Ella se sustenta en las vivencias del individuo acerca de la autovaloración de sus habilidades, capacidades, posibilidades cognitivas y volitivas como de la experiencia anterior en circunstancias extremas.

Las bases de, la auto confianza pueden incluir, a menudo, la propia valoración de los compañeros de equipo y el entrenador, como de otras personas significativas al deportista.

Estas opiniones pueden reforzar las apreciaciones del deportista como una referencia necesaria para darle estabilidad a su auto confianza.

A ello, se suman muchos aspectos de las formaciones de motivación, como lo pueden constituir los ideales y valores morales del deportista y la cultura en general.

En investigaciones interculturales se constata que deportistas de determinadas regiones geográficas tiene una pobre auto confianza frente a deportistas de otros países, como consecuencia de una historia de derrotas y fracasos sostenidos en competencias; lo cual repercute de manera determinante en la auto confianza y a la vez en el grado de aspiración en las metas a obtener en competencias.

De tal forma, se puede reconocer que los determinantes culturales facilitan la estructuración subjetiva de la auto confianza, sirviendo tanto de un elemento de potenciación como debilitador de auto seguridad.

La auto confianza se convierte en un elemento activo alcanzando no sólo un papel mediador si no además como una categoría de motivación lo que permite su evaluación y regulación con el propósito de predecir la calidad y merito de las ejecuciones en condiciones de entrenamiento y competencia. 

Un análisis detallado de estas influencias nos remiten a que:

Al apreciar los resultados de sus acciones cercanas y pasadas el deportista encuentra un marco de referencia estable e independiente de las diferentes circunstancias del entrenamiento y la competencia. 

El deportista seleccionará el grado de esfuerzo, el grado de maestría a mostrar y el sentimiento de competencia como consecuencia de su autoconfianza. 

Orienta la motivación en razón de la valoración de la certeza de las acciones seleccionadas con anterioridad y que dieron lugar a la obtención de las metas o el éxito frente a los demás.

De aquí, se deriva como una de las estrategias más importantes que el entrenador y el psicólogo mantengan de manera constante un sentido de reafirmación de la percepción de competencia del deportista, lo que va a contribuir a la autovaloración adecuada y positiva del deportista.

Otra estrategia esta encaminada a la toma de conciencia por parte del deportista de las causas que dieron lugar al éxito. Para ello, el entrenador debe dedicar un tiempo para el análisis de los datos registros de la actividad y retomar la visión de lo ocurrido en la competencia y entrenamiento, lo que hace posible captar por parte del deportista los procedimientos eficaces en la solución de las tareas deportivas y las formas de su ejecución. 

Muchos entrenadores desestiman el valor de razonar con el deportista lo ocurrido en la competencia y el entrenamiento. Mucho más cuando los resultados son adversos.

Otros, han llevado hasta el refinamiento esta estrategia incluyendo que el deportista redacte un informe de las circunstancias en las que transito durante la competencia, el grado de dificultad ante ciertas tareas y los esfuerzos realizados, así como los factores que afectaron sus rendimientos.

El entrenador más que realizar un análisis sobre los errores, fallos e insuficiencias debe permitir una atmósfera donde la constatación de las fallas y errores sean formuladas por el deportista.

La búsqueda explicita de las causas y las posibilidades por diferente medio de corregir lo negativo. 

El propósito es que el deportista al analizar el informe propio de la competencia o entrenamiento tenga la seguridad de que él puede lograr modificar sus deficiencias porque él sabe cómo tiene que hacerlo.

Un clima de aprendizaje a partir de los fracasos y errores puede dar origen a la creación de sentimientos que le den solidez a la auto confianza más que a la creación de sentimientos de culpa.

La identificación de las dificultades da la posibilidad de poder enfrentarla y el desarrollo de los sistemas de afrontamiento a las condiciones extremas.

El análisis del éxito permite también tomar conciencia y fortalecer la auto confianza de que es capaz de alcanzar resultados cada vez superiores.

El entrenador que es una de las personas que más puede influir sobre el grado de auto confianza del deportista debe de comenzar siempre estos análisis partiendo de los aspectos positivos para posteriormente adentrarse en las dificultades y deficiencias.

No debe olvidar, que su labor consiste no sólo en el desarrollo de las cualidades deportivas si no en el progreso del sentimiento de valor personal del deportista para que este sea capaz de emplear sus potencialidades.

Los entrenadores de mayor maestría terminan sus reuniones de análisis destacando la contribución personal de cada uno de los miembros del equipo.

El refuerzo positivo y el reconocimiento de la necesidad de la energía del deportista instauran uno de los procedimientos más eficaces para el desarrollo de, la auto confianza. 

Aquí hay que distinguir que en el ámbito del deporte infantil y juvenil el refuerzo positivo relacionado con el esfuerzo realizado en la competencia o el entrenamiento tiene un valor superior al refuerzo positivo relacionado con el rendimiento, se puede obtener la victoria en una competencia sin “haber sudado la camiseta” y lo trascendente siempre es valorar el esfuerzo.  Y ello tendrá un valor más superior que las posibles críticas sobre las tareas no alcanzadas de manera eficaz y eficiente.

Este último tipo de interacción, puede perjudicar en determinados estadios del desarrollo infantil y juvenil, el correcto desarrollo de la autoestima, repercutiendo en la pérdida de eficacia del comportamiento social deportivo.

Francisco Ucha Cuba